Fingí que entre él y yo no había pasado nada en la noche anterior, fingí que aquellos cosquilleos que sentía mi cuerpo no existían, sin embargo, cuando él se giró para verme su sorpresa fue casi tan grande como la mía cuando lo vi antes, la única diferencia es que él no corrió, más bien sonrió de un modo seductor, viéndome de pies a cabeza a medida que mordía su labio inferior.
–Que pequeño es el mundo...– susurró viéndome a los ojos– me sorprende que puedas caminar.
–Me dijeron que quería hacerme algunas preguntas– evité sus palabras con nerviosismo notando como su sonrisa se expandía.
–Sí, ven, ubícate a mi lado– dijo apoyándose en mi escritorio viendo otra vez hacia afuera, sólo que esta vez mantenía una sonrisa juguetona en sus perfectos y seductores labios.
Yo con miedo me acerqué manteniendo la distancia, imité su posición en mi escritorio, sólo que no me ubiqué muy cerca de él, quería mantener la distancia, sabía que nada bueno saldría de todo esto, por ello me dediqué a esperar las preguntas que debía hacerme, parecía que estaba pensando detalladamente que quería preguntar, aunque me obligué a creer que sería profesional.
–¿Qué tal tu cumpleaños? –preguntó acercándose un poquito más a mí, yo cerré mis ojos, en ese momento preciso todos los recuerdos que antes estaban borrosos se volvieron visibles llenando a mi cabeza con aquellos recuerdos sexuales que lograron en mí un suspiro casi incontrolable.
–¿Le ha preguntado a todos lo mismo? –pregunté evitando contestar.
–No, pero soy el jefe, puedo hacer lo que quiera– dijo acercándose más a mí– responde– dijo fingiendo que tomaría apuntes en aquel teléfono inteligente en donde había un cuestionario bastante extenso.
–Bien...– respondí mirando nervioso mis manos, mi corazón latía muy deprisa, además su brazo rozaba el mío de lo tan cerca que estábamos.
–¿Del 1 al 10 que tan cansado estás? –mordí mi labio.
–5 –mentí lo que debía ser un 8.
–Hm...– soltó sonriendo– ¿del 1 al 10 que tan bueno fue el sexo?
Lo miré casi como si suplicara que se detuviera, él me miró exigiendo una respuesta, me sentí mareado, su perfume era embriagador, me sentía un poco excitado tras su olor estar impregnado en mi piel y torpemente intenté esquivar la pregunta.
–Fue a buscar una botella de agua, volverá enseguida– le mintió– ¿Para qué lo necesitabas? –yo incliné mi cabeza hacia arriba, viendo su sonrisa resplandeciente, disfrutando de este momento tan vergonzoso mucho más que yo.
Sentía que pronto me correría, una de sus manos jugaba con mis pezones mientras que la otra agitaba mi pene con cierta lentitud, yo no sé en qué estaba pensando, llegado a ese punto no sabía que estaba haciendo, ya que, puse mi mano por encima de la suya siguiendo el movimiento mientras que con mi otra mano tapaba mi boca, estaba por correrme, mi respiración se aceleraba, no estaba escuchando a la secretaria hasta que mencionó que sólo buscaba entregarme unos documentos, Patterson le dijo que los dejara sobre el escritorio, así que ella se acercó a nosotros, escuché sus pasos aproximándose, lo peor es que me corrí justo cuando ella dejó los papeles sobre el escritorio.
Patterson tapó mi boca con su mano izquierda, mis labios dejaron escapar un leve gemido por lo que buscó callar al resto, pude sentirlo nervioso, pero igual de excitado que yo, no sé en qué estaba pensando, no obstante, comencé a frotar mi trasero en su entrepierna.
–Lo llamaré para que acabe pronto.
Decía ella refiriéndose a que acabara pronto lo que estaba haciendo, es decir, que trajera el agua pronto, sin embargo, Patterson respondió en doble sentido con una pequeña risita acompañada de sus palabras.
–No te preocupes, él ya acabó– le dijo antes de que la secretaria se fuera.
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