—Si no quieres estar con Marco, tienes que huir, pero no traigas más problemas— le digo cuando está por irse. Veo la bolsa de medicina esperando poder soltarme y curarme.
—Ahh...y Janet, quiero que lo sepas, Tatiana no cayó en tu trampa... ella sabe que no podría serle infiel. La hiciste sufrir, y te agradezco que me ayudes en este momento, pero desde ya te digo que no voy a perdonar esto tan fácilmente— le digo y ella me mira con odio y se va.
Esa tarde me sacan al patio, prácticamente a rastras, yo me dejo llevar y me encuentro con que mi padre está afuera, junto a otros guerreros de Antonio. Me deja ahí arrodillado y atado de manos, las cuerdas tienen wolfsbane y me arden rompiendo mi piel.
—No sé cómo lo has hecho, pero... nuestros prisioneros se han salido de la mazmorra, varios guerreros han huido, y cada vez más de la gente de la manada se ha escapado. Y para colmo no tenemos ningún rastro de tu gorda humana— dice él y yo rujo, e inmediatamente él me da una bofetada que me lanza al suelo.
Han huido, son libres, debo tener ayuda afuera o al menos no corren peligro.
Jamás me imaginé a mi padre tan hostil. Nunca fue cariñoso y era exageradamente estricto. Mi error fue siempre pensar que aunque él era duro y cruel con los demás... nunca lo iba a ser conmigo.
—¡Déjalo! ¡No lo toques!— escucho a mi madre gritar a lo lejos. Por ella intento mantenerme fuerte y no gritar y hacer como que no me duele lo que él me hace.
Pienso en los labios de Tatiana, el tono de su voz, e inclusive en lo celoso que me siento cada vez que hay alguien más cerca de ella.
—Me vas a decir ahora mismo dónde está ella... tienes que haberla ayudado o tener una idea dónde puede estar. Ya encontramos tu casita del árbol con su olor… está destruida. ¿A dónde se fueron? ¡Dímelo ya!— dice él.
Llegaron a la casa bien, espero que hayan descansado, tomado provisiones y siguieron huyendo. Por la diosa, que sea así.
—No lo sé y si lo supiera, jamás te lo diría— le digo y recibo otro golpe que va directo a la nariz, y yo intento colocarme de rodillas de nuevo mientras veo cómo gotea sangre de mi cara.
—¡Mocoso imbécil! ¡No ves que estamos en peligro de extinguirnos! ¡No va a existir Medianoche si los Razzio no tiene lo que desea! ¡Quieren acabar con esa humana y que tú te cases con la hermana de Marco! ¡Si no, van a destruirnos!—
—Ellos van a destruirnos de todas maneras... y yo jamás estaré con esa mujer— digo y ahora recibo un golpe en mi estómago que me deja sin aire, y me quedo acostado un rato en el césped intentando recuperar el aliento.
Imagino a mi mate tarareando la canción de La bella y la bestia, la suavidad de la punta de sus dedos y la forma en que pronuncia mi nombre.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa
La estoy matando, pero necesitamos los capítulos que siguen por favor...
Apasionante, mas capitulos!...
Me encanta...