Una curvy para el Alfa romance Capítulo 156

Sebastián

—¿Qué sucede?— pregunto cuando escucho un movimiento de hombres de un lado para otro cerca de donde me tienen encerrado.

Varios guerreros fieles se habían acercado por mí en este par de días. Algunos me traían comida, agua y medicinas. Los encuentros eran cortos e intercambiamos solo la cantidad necesaria de palabras, yo temía por la vida de ellos a cada momento.

—No lo sé Alfa, pareciera que tenemos visitas. Necesita estar atento y preparado para cualquier cosa— me dice el guerrero de turno. Tenía la esperanza que quizás fuera un momento inestable que me permitiera huir, al menos dar la batalla.

Yo me encontraba mejor, aunque no lo demostraba. En este tiempo había venido mi padre otra vez a sermonearme, insistiendo en que tenía que colaborar. Yo cada vez respondía menos.

También veía a Janet a lo lejos. Ella pareciera estar esperando su momento en el que yo me iba a quebrar y le iba a prácticamente a rogar que fuera mi Luna. Eso no iba a suceder. No tuve noticias de mi madre y tampoco de David y solo me dedicaba a esperar y esperar

Pensé que mi momento por fin había llegado.

Cuando los guerreros de Antonio llegaron y me jalaron arrastrándome por los pasillos, yo me dejé fácilmente. Me habían inyectado ya un par de veces más wolfsbane, pero al menos mis heridas se habían curado mucho mejor. El efecto pasaría, solo tenía que estar fuerte.

Veía guerreros pasar encargados de proteger la casa de la manada y también vampiros que siseaban al verme. Cuando me dejaron tirado prácticamente en el suelo vi a qué se debía el alboroto.

—Marco…—

Ya imaginaba que él iba a aparecer tarde o temprano y, sin embargo, yo me resistía a pensar que mi padre fuera tan descarado como para traerlo hasta aquí... dentro de los propios límites de nuestra manada, no como un invitado sino como un vencedor como un conquistador. Era doloroso solo pensarlo, verlo era realmente trágico.

No estaba solo por supuesto, sino que estaba su padre, Albert y Catalina, que me veía con preocupación como si yo fuera un perrito.

Mi padre y Antonio estaban ahí como unos buenos soldados, creyéndose iguales a ellos, aunque evidentemente no lo eran. Los Razzio los controlaba, eran ahora nuestros dueños y señores

—Veo que te están tratando muy bien... Sebastián. Aunque sin duda las cosas hubiesen sido más fáciles si hubieses sido un poco más cooperador— dice Albert.

Cuando yo era un niño, él era uno de los alfas más poderosos, prácticamente la envidia del resto. Un hombre que había encontrado a su mate destinado una mujer loba mientras para el resto de eso parecía completamente imposible.

—Nos ha dicho tu padre que al parecer tienes problemas en aceptar a tu Luna... ¿Es eso cierto? ¿Que no tiene mi maravillosa hija que tú desees?— me pregunta y yo intento dar la menor cantidad de información posible.

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