Una curvy para el Alfa romance Capítulo 2

Tatiana

Habían pasado ya muchos años, había luchado por sobrevivir, y luego de mucho esfuerzo, yo ahora vivía sola en una pequeña casa, a y trabajaba en el único restaurante de este pequeño pueblo.

—¡Tatiana, menos mal que te encuentro! Tenemos estas semanas una reunión muy importante de varios empresarios de varios pueblos cercanos y necesito que todos esté a la perfección— me decía mi jefa Gaby.

Ella era una señora mayor, la dueña del restaurante… y la persona que más me había ayudado desde que llegué aquí. Mi vida era tranquila, mucho mejor desde que había dejado la manada.

Me había dejado quedar en su casa, me ayudó a entrar en la escuela local y me dio trabajo. Y me trataba como si fuera su familia. Haría lo que fuera por esta mujer.

—Voy a dejar una lista de tareas para que le des a las otras meseras, sabes que confío en ti y eres la mejor, así que te dejaré a cargo— decía guiñándome un ojo.

—Por supuesto, Gaby—

—¡Unos empresarios, pero qué buena noticia!— Me decía Mariela, mi compañera mesera y mi mejor amiga.

—Espero que sea muy atractivos, dios… estos uniformes no nos hacen lucir bien— decía ella mirando nuestro vestido opaco y poco llamativo.

Mi amiga era baja y delgada, con el cabello liso y corto y unos lentes redondos. Tenía apariencia inocente y también de nerd, y era la mejor chica del mundo.

—Yo me conformo con que me entre y me quede relativamente bien— decía yo.

—¿De qué hablas chica? ¡Ya quisiera yo tener tus curvas Tati!— decía ella chocando sus caderas con las mías y yo me reía.

Por supuesto que con el tiempo no había cambiado, seguí haciendo la chica curvy, pero ahora no me sentía mal con mis curvas… o al menos lo intentaba.

Cuando salía del baño veía mi largo cabello oscuro, mi amplio pecho, mis caderas, y mis piernas anchas. Aquí nadie se reía de mí, sino que simplemente era Tati, la mesera y chica que vive sola cerca del bosque.

De repente, escuchaba un ruido y cuando abrí la puerta veía a dos chicos que conocía muy bien, estaban parados en la entrada, ella con una camiseta grande, él con un short.

—¡Mis niños! ¿Qué hacen aquí? ¿Y por qué tienen esa ropa?— les preguntaba riéndome de ellos y los abrazaba con fuerza. Los hermanos habían crecido bastante y para mí ya eran unos gigantes.

—¡Vinimos a visitarte por supuesto!— decía Marina.

—¡Y es culpa tuya que nos dejas unos shorts pequeños! ¡Ya no nos quedan, hemos crecido, hermana!— decía Henry casi ofendido. Yo les dejaba ropas afuera y escondida, porque siempre venían en su forma de lobo, y así no andaban desnudos por ahí.

Por supuesto que ellos habían venido a visitarme siempre que podían. Cuando fueron más grandes lo primero que hicieron fue venir a buscarme. Yo pasé… años mirando al bosque, rezando porque vinieran, que encontraran mi olor.

Les escribí cartas y estuvimos en contacto. Yo los amaba tanto, eran mis chicos.

—Vengan… vamos a cenar—

—Solo quería decirte Tati... que tengo entendido que va a haber una reunión de alfas aquí en este pueblo, justamente— me decía Marina nerviosa.

Oh Demonios.

—¿Alfas? Ohhh los empresarios son alfas…— ahora que lo pensaba, tenía lógica. Este pueblo era prácticamente el territorio que no era de ninguna manada, el más cercano a muchas manadas. Un simple y tonto pueblo humano.

—Creímos que sería pertinente avisarte... tú sabes… solo ten cuidado y que nadie te moleste, ¿okay?— decía Henry preocupado, dándome un beso en la mejilla y dejándome con mis pensamientos.

—Es solo una reunión de alfas… la mayoría de los hombres lobos ni se acordará de mí— decía mientras intentaba dormir.

—¡Por la diosa luna cómo comen!— gritaba en la mañana mientras ellos engullían el desayuno que les había preparado y ahora atacaban mi refrigerador.

—Tenemos que crecer hermana... además cocinas delicioso— decían ellos y yo les daba un beso despidiéndome para ir a los preparativos de la gran reunión de los alfas, llamados empresarios para los humanos.

—Quédense aquí pórtense bien, si hay muchos alfas alrededores mejor tener cuidado, y dejen un poco de comida afuera para los lobos—

A veces venían lobos y otros animales a visitarme, a mí no me gustaba mucho adentrarme en el bosque, pero me gustaba estar cerca de ellos.

Ese día trabajé arduamente para que todo queda perfecto, ya estaba nerviosa y todas las personas en el pueblo tenían gran expectativa de cómo serían los grandes empresarios que venían a este pequeño pueblo a reunirse.

A la mañana siguiente todo estaba preparado, y de repente empezamos a ver que llegaban autos y camionetas muy grandes donde se bajaba hombres y mujeres de todo tipo. Pero había una característica clave... y es que todos eran fuertes y atractivos, como ningún humano lo era. Yo sabía la razón, por supuesto, pero el resto no.

—Demonios... ¿De dónde dijeron que eran estos empresarios? Parecen dioses que bajaron del Olimpo— me decía Mariela muy emocionada.

—Compórtate que tenemos mucho trabajo que hacer— respondía yo acomodando las mesas.

—Es en serio Tati... ¿Los has visto? Esos hombres son inmensos y se les marcan los músculos... y esos tatuajes...mi buen dios….— decía ella y la veía acalorada. Cuando de repente apareció Gaby bastante nerviosa.

—Tati…hemos estado organizando las mesas, pero ¿podrías quedarte en la entrada y darle la bienvenida a ellos?—

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