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Una curvy para el Alfa romance Capítulo 2

Tatiana

Habían pasado ya muchos años, y había luchado por sobrevivir. Luego de mucho esfuerzo, ahora vivía sola en una pequeña casa y trabajaba en el único restaurante de este pequeño pueblo. Lejos estaba mi mundo con los lobos y Medianoche.

—¿Sabes la nueva noticia? — me preguntaba mi mejor amiga Mariela. Era baja y delgada, con el cabello liso y corto y unos lentes redondos. Tenía apariencia inocente y también de nerd, y era la mejor chica del mundo.

—¿Noticia?

—Vienen empresarios para una reunión aquí en el restaurante. Dios, espero que sean muy atractivos. Y yo con este delantal feo —decía ella, mirando nuestros vestidos opacos y poco llamativos.

—Te ves bien en tu uniforme —decía yo.

—Pues a ti te queda mejor ¡Ya quisiera yo tener tus curvas! —decía ella, chocando sus caderas con las mías, y yo me reía.

Seguía siendo la chica curvy. Pero ahora no me sentía mal con mis curvas, o al menos lo intentaba. Tenía el cabello oscuro, caderas amplias, muslos gruesos, baja, una chica curvy que intenta pasar desapercibida.

—¿Qué tipo de empresarios? — pregunté a Gaby, ella era una señora mayor, la dueña del restaurante, y la persona que más me había ayudado desde que llegué aquí. Mi vida era tranquila, tantos aquí me habían ayudado. Me había permitido quedarme en su casa, me ayudó a entrar en la escuela local y me dio trabajo. Y me trataba como si fuera su familia. Haría lo que fuera por esta mujer.

—Gente con poder, buenos candidatos a novios ¿no crees? — decía Mariela guiñando un ojo.

—Han reservado un área de reuniones por uno par de días. Necesito que todo esté a la perfección —decía Gaby.

—Voy a dejar una lista de tareas para que se la des a los demás. Sabes que confío en ti para que todo funcione, esto es importante.

—Por supuesto— contesté. Se vendrían días con mucho ajetreo.

Estaba por cenar, cuando de repente, escuchaba un ruido, y cuando abrí la puerta, vi a dos chicos que conocía muy bien. Estaban parados en la entrada, ella con una camiseta grande, él con un short.

—¡Henry, Mariana! ¿Y por qué tienen esa ropa? —les preguntaba, riéndome de ellos, y los abrazaba con fuerza. Los hermanos habían crecido bastante y para mí ya eran unos gigantes.

—¡Venimos por la noche de películas! —decía Marina.

—Me siento ridículo, esta ropa ya no me queda ¡Pero somos guerreros! —decía Henry divertido. Desde hace años les dejaba ropas afuera y escondidas, porque siempre venían en su forma de lobo, y así no andaban desnudos por ahí y llamarían demasiado la atención.

Cuando fueron más grandes, lo primero que hicieron fue venir a buscarme. Yo pasé años mirando al bosque, rezando para que vinieran, que encontraran mi olor. Y cuando los vi de nuevo, fue el mejor día de mi vida. Los tenía de nuevo.

—Sabíamos que no nos dejarías, así que aquí estamos— me dijeron en ese entonces. Cuando les pregunté por qué habían venido me dijeron simplemente que yo era su hermana, su familia. Después de eso, les escribí cartas, y estuvimos en contacto. Yo los amaba tanto, eran mis chicos.

—Vengan, vamos a cenar y ver una película— dije cuando Marina dijo en la cena.

—Vendrán alfas, los escuché la otra vez en la manada. Aquí al pueblo—me decía Marina, nerviosa. Ellos nunca me decían mucho más de la manada, pero esta vez, debía ser importante.

Tiene que ver con la reunión de empresarios. Buscarían un lugar neutral, serían varias manadas. Por todos los cielos. Espero que no se aprovecharan de los humanos.

—Creímos que sería pertinente avisarte. No creo que se atrevan a hacer nada malo. Nosotros no podremos estar cerca—decía Henry preocupado.

—No se meterán con nosotros ¿cierto? — pregunté.

—No lo creo. Hay problemas más grandes en la manada, los concilios, todo es un caos— dijo ella.

—¿Nos vemos otro día? —pregunté en la mañana mientras Marina y Henry engullían el desayuno que les había preparado y ahora atacaban mi refrigerador.

—¡Cocinas delicioso! —decía Henry.

—Sí, tenemos que entrenar, pero volveremos y estaremos alertas. No te dejaremos Tati — dijeron. Antes de irme al trabajo vi que el bosque estaba tranquilo, tenía pánico de los rogues. Dejé un plato con lo que sobró del desayuno, me gustaba alimentar a los animales del bosque. A mí no me gustaba mucho adentrarme en el bosque, pero me gustaba estar cerca de ellos.

Ese día trabajé arduamente para que todo quedara perfecto. Ya estaba nerviosa, y todas las personas en el pueblo tenían grandes expectativas sobre cómo serían los grandes empresarios que venían a este pequeño pueblo a reunirse.

—Deben traer dinero.

—Y prestigio a nuestra pequeña comunidad— indicaba el alcalde. Yo lo dudaba.

Todo estaba preparado, y de repente empezamos a ver que llegaban autos y camionetas muy grandes. Todos eran fuertes y atractivos, como ningún humano lo era. Yo sabía la razón, por supuesto, pero el resto no.

Vi hombres rubios, de cabello oscuro, altos, morenos, bronceados, todos impecablemente vestidos con ropa de diseñados, exacta y perfecta para ellos. Honestamente había olvidado lo atractivos que eran los lobos, lo gigantes y fuertes que se veían.

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