Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 133

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En su nueva vida, Penélope ya no sentía nada por Liberto, incluso después de una semana sin verlo, en su corazón todo le parecía igual. Aunque en ese momento tenía a alguien en mente y no le agradaba Liberto en lo absoluto, unos años después... su corazón finalmente fue conquistado por él. De lo contrario, no habría estado dispuesta a tener un hijo con él.

Rafaela lo empujó y sacó una servilleta de su bolso para limpiarse la mano después de haberlo tocado y luego la tiró a un lado. Después, abrió la puerta y salió.

En el momento en que Rafaela apareció por la puerta de emergencia, la chica contuvo sus lágrimas, aunque tenía los ojos rojos, miró a la incomparablemente hermosa Rafaela pasar frente a ella con altivez, sin mirarla. Rafaela nunca entendió, ni en el pasado ni en el presente, por qué había perdido ante ella...

Rafaela entró en la sala privada, y el camarero trajo un vaso de agua con miel, poniéndolo frente al impecable Alonso. Sin embargo, Maritza estaba de pie en una esquina con la cabeza gacha, mirando la pared. El camarero también echó un vistazo y, después de dejar el agua con miel, salió rápidamente de la sala. ¿Eso era una especie de lección familiar?

Al ver que Rafaela regresaba, Maritza le hizo señas con los ojos y su rostro decía claramente "sálvame". Al ver la mesa llena de platos, Rafaela alisó su vestido, se sentó junto a Alonso y, naturalmente, tomó un cuchillo y un tenedor para comenzar a comer el filete frente a ella.

"¿Qué le pasa a Maritza?"

Alonso, con sus dedos bien definidos, tocaba el vaso de vidrio caliente. Todos decían que Alonso era una flor intocable, nadie se atrevía a ofenderlo, pero para Rafaela no era la gran cosa. La poderosa presencia que emanaba de él parecía no afectarla; al menos... ella no le temía a Alonso. Quizás porque Rafaela había crecido sin restricciones, acostumbrada a ser caprichosa y la familia Fernández no la había sometido a reglas estrictas, por eso hacía lo que quería, incluso si iba a una fiesta donde no conocía a nadie, se desenvolvía con facilidad y no se acobardaba.

Alonso dijo: "Enseñándole modales."