Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 406

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Tú decides.

Después de enviar ese mensaje, Liberto guardó el celular y se volvió hacia Rafaela, que estaba a un lado. “Le pedí a Clara que te preparara una mesa llena de tus platos favoritos. Cuando lleguemos, deberías comer algo más.”

“No me hables con ese tono tan asqueroso. Suéltame,” contestó Rafaela, apretándole el dorso de la mano con tal fuerza que incluso le rompió un poco la piel. Pero Liberto no la soltó, como si no sintiera dolor. Tras varios intentos fallidos, Rafaela simplemente se rindió.

En el camino de regreso a Bosques de Marfil, Rafaela no le dirigió ni una sola palabra a Liberto. Apenas el auto se detuvo, Rafaela salió de inmediato y entró al vestíbulo de la casa.

Clara se acercó y dijo: “Señorita, ya volvió. Hace un rato trajeron un paquete para usted.”

Liberto seguía afuera, todavía con el abrigo y el bolso de Rafaela en la mano. De reojo, Rafaela notó que él seguía hablando por teléfono. No tenía ni que pensarlo para saber con quién.

“¿Qué cosa?” preguntó Rafaela, acercándose. Vio una caja elegante hecha de papel kraft. Se adelantó para abrirla y, al destaparla, descubrió un bolso de mano color violeta con destellos y adornado con varias gemas incrustadas. Bajo la lámpara lujosa, el bolso brillaba espectacularmente. Rafaela lo reconoció al instante: era una edición de lujo, de colección, de una marca exclusiva que acababa de lanzar ese modelo hacía poco. La tienda era una casa centenaria especializada en bolsos de alta gama, y cada bolso podía alcanzar precios de millones o decenas de millones de dólares. Solo lanzaban un modelo al año, y, según recordaba, solo había tres colores de ese bolso en existencia.

Además, la marca era famosa por lo difícil que era conseguir uno. Hace uno o dos años, en una subasta, uno de esos bolsos había alcanzado el precio exorbitante de quinientos millones de dólares. Incluso para poder comprarlo, había que competir por el cupo. Mujeres de todo el mundo y de Tierra Dorada se peleaban por tener la oportunidad, pero la mayoría ni siquiera podía soñar con ello.

“¿Quién mandó esto?” preguntó Rafaela.

Liberto, tras colgar la llamada, entró y preguntó: “¿Te gusta? Recuerdo que preordené cinco modelos, pero solo llegó este.”