Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 651

Y ella tampoco podía estar siempre al lado de Maritza, cuidando cada detalle por ella.

—Te lo he dicho, ahora la familia Cruz no necesita un matrimonio arreglado para poder mantenerse estable. ¿No confías en mí?

Rafaela no podía contarle todo lo que había pasado en su vida anterior. —Si llega ese día, créeme, será porque tendrás una razón de peso para casarte con la familia Osorio.

—¿No podrías… no podrías rendirte con Maritza?

—No quiero que sacrifiques la felicidad de Maritza.

—Maritza es muy inocente. Si Luciana entra en la familia Cruz, ella la aceptaría solo porque tú se lo pidas, pero tú sabes bien que Maritza sería capaz de aguantarse todo solo por ti.

—Lo único que quiero es que, sin importar lo que pase con la familia Cruz, Maritza tenga el derecho de elegir a quien quiera amar.

Alonso se aferró a un detalle en sus palabras. —¿Por qué estás tan segura de que yo terminaré casándome con alguien de la familia Osorio?

—Rafaela, ¿qué sabes tú que yo no sé?

Rafaela respondió: —Fue Liberto quien me contó que ustedes… necesitan ese lugar que tiene la familia Osorio.

En el fondo, ambos sabían que los intereses de la familia estaban por encima de cualquier cosa, incluso de Maritza…

El Grupo Jara era el legado de la familia materna, y ahora solo el papá de Rafaela lo mantenía a flote. Para que el Grupo Jara siguiera existiendo, Rafaela no tenía más remedio que atarse a Liberto el resto de su vida.

La felicidad de una persona parecía insignificante ante la supervivencia de todo el legado familiar.

Muchas veces, Rafaela tampoco tenía elección; no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo la familia Jara caía en desgracia.

Alonso era aún más racional que ella, sabía cuándo y cómo renunciar, siempre pensando en el futuro de la familia Cruz.

Para él, sus sentimientos personales siempre venían en segundo plano; lo primero era el destino de los Cruz.

Desde su posición, el amor ya no tenía importancia. La esposa, la señora de la familia Cruz, daba igual quién fuera… nunca había sido importante.

—Te lo prometo.

Rafaela se quedó sorprendida y, enseguida, una chispa de esperanza brilló en sus ojos mientras lo miraba.

—Te digo, esa Luciana es bien interesada. ¿Por qué tenía que presumir que le preparó un caldo para que se le bajara la borrachera a mi hermano? ¿Acaso no ves que solo quiere quedar bien?

¿Caldo para la resaca?

¿Será que al final ese campesino de Liberto tenía razón?

¿Luciana quería aprovechar la ocasión para acercarse a Alonso dentro de la familia Osorio?

Ese tipo de trucos eran comunes en la alta sociedad de Ventanamar, todo con tal de trepar y quedarse con el lugar que ansiaban.

Al principio, Rafaela se dejó engañar por esa apariencia de niña bien que tenía Luciana, creyendo que era una persona decente… pero al final era como todas.

En realidad, ni siquiera se comparaba con la anterior…

Alonso regresó a su habitación, se dio una ducha para quitarse el olor a alcohol, y cuando salió, mientras abrochaba los botones de la camisa, escuchó que tocaban la puerta.

—Adelante —dijo Alonso.