Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 689

En Liberto había un potencial infinito. Incluso sin Penélope, podría vivir una vida mucho más destacada que cualquier persona normal, convirtiéndose en alguien inalcanzable para todos. En ese entonces, su esposa no solo sería la mujer más distinguida del mundo, sino también… más hermosa que Rafaela.

No necesariamente lo que se tiene ahora es lo mejor.

Al ver la duda en sus ojos, Rafaela no consideró extraña la reacción de Liberto. Ninguna persona normal aceptaría esas condiciones.

Una vez que firmara, la vida de Liberto tendría una cadena más, una que lo aprisionaría.

Rafaela solo sintió que, en el corazón de Liberto, ella no ocupaba un lugar tan importante, uno que lo hiciera sentir que no podía vivir sin ella.

Porque… en su futuro, él tenía muchas más opciones.

—Es solo un sueño. ¿Y si… la señora Padilla termina viviendo cien años? —Tras decir esto, Liberto firmó de todos modos. Cerró el acuerdo y su mirada profunda se fijó en Rafaela—. Si esto te da seguridad y te ayuda a dejar de darle vueltas a las cosas, entonces lo haré. Incluso si a la señora Padilla solo le quedaran tres años de vida, en tu último momento, solo estaré yo a tu lado.

Liberto dejó los documentos a un lado. Mientras ella seguía aturdida por su firma, él se levantó, se acercó y la abrazó. Su mano acarició su largo y brillante cabello negro, y una voz suave, profunda y magnética resonó en su oído.

—Todo puede cambiar.

—Si eso realmente hubiera pasado, yo no habría podido soportar tu partida.

—Si de verdad te traté así, seguramente fue porque no tenía otra opción. En el sueño, si no te amara, no habría seguido enredado contigo, a menos que alguien estuviera amenazando tu seguridad y esa fuera la única manera de alejarte…

—Solo que no imaginé… que esto sería tan doloroso para ti…

Las palabras de Liberto hicieron que el corazón de Rafaela diera un vuelco. Sin importar lo que hubiera pasado en su vida anterior, el daño que él le había causado era un hecho.

—Es solo un sueño, no hay necesidad de obsesionarse.

—Ya que el señor Liberto ha hecho un sacrificio tan grande para no divorciarse, ¿qué más puedo decir yo?

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