Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 114

"No podemos hacer eso. Iremos contigo".

"Esto es una orden. Todos ustedes, regresen inmediatamente".

Elsa sabía que se enfrentaría a un severo castigo como vice-capitán, y que sería el resultado más indulgente.

Sin embargo, ella no tenía miedo. Lo que más le preocupaba era no meter a sus subordinados en problemas. Sus subordinados eran jóvenes y algunos aún no se habían casado. Nunca se perdonaría que perdieran su trabajo por su culpa.

Debido a la determinación de Elsa y a la presión de sus superiores, sus subordinados bajaron del vehículo a regañadientes.

Saludaron a Elsa antes de marcharse.

Elsa respiró hondo y salió del vehículo. Llegó a la entrada del bar.

El bar estaba cerrado a esa hora. Elsa llamó a la puerta con fuerza y sin vacilar.

"¿Quién es?".

La puerta del bar se abrió ligeramente al cabo de un rato, junto con un gruñido molesto. A través del hueco de la puerta se veía una melena rubia teñida.

Elsa tiró al rubio al suelo de una patada. Luego entró rápidamente en el bar, apuntándole a la cabeza con su pistola, y le preguntó con severidad: "¿Dónde está tu jefe?".

El rubio, aterrorizado, señaló hacia el interior.

"Ve delante".

Elsa dejó que se levantara. Con la pistola apoyada en la parte baja de la espalda, le hizo ir hacia la habitación de su jefe.

El rubio la guio por varios pasillos poco iluminados hasta que llegaron a la puerta de una oficina.

"Abre la puerta", siseó en voz baja.

El rubio abrió lentamente la puerta y entraron en la oficina.

El interior estaba vacío, así que Elsa preguntó bruscamente: "¿Dónde está?".

"Está durmiendo en la habitación del fondo", respondió él.

"Ve delante".

Elsa obligó al rubio a llevarla a la habitación del fondo.

"Abran paso".

El hombre asintió. Se levantó lentamente de la cama, y solo llevaba puesta la ropa interior.

Elsa le apuntó con la pistola, indicándole que lo guiara.

Levantó las manos y guio a Elsa hasta la entrada del sótano.

El hombre activó un mecanismo y la gran puerta del sótano se abrió lentamente.

Elsa hizo un gesto con la pistola, indicando al hombre que bajara primero mientras ella lo seguía de cerca.

Bajaron las escaleras y entraron en la habitación. Elsa se dio cuenta de que Wilbur estaba en grave peligro. Tenía dos dagas en la cintura.

Elsa suspiró aliviada porque había llegado justo a tiempo. De lo contrario, Wilbur habría estado en grave peligro.

"¡Soy Elsa Janae, del Departamento de Investigación Criminal! Que todo el mundo levante las manos y se quede quieto". Gritó con fuerza.

El hombre, aparentemente obediente, hizo un rápido movimiento de piernas hacia atrás, apartando la pistola. Se dio la vuelta y le propinó un fuerte puñetazo en el abdomen.