Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 460

Wilbur se quedó mirando a Skyler durante un rato antes de decir: "Sí que lo tienes todo planeado".

"Es una mina de oro. Va a ser un desperdicio si lo dejo aquí", protestó Skyler.

Wilbur se quedó callado, mirando a Faron y a Elsa.

Faron soltó una risita. "La verdad es que es una idea bastante buena. Puedo ayudarte. No debería pasar nada mientras sigamos todos los trámites legales".

Con las palabras de Faron, la mina de oro estaba segura de seguir adelante sin mayores problemas.

Wilbur lo pensó un poco y vio los méritos del plan de Skyler también. "Claro. Echaremos un vistazo a la mina de oro cuando acabemos de comer y decidiremos".

Todos los demás asintieron y los cuatro se dirigieron después de comer a la mina de oro.

Ya había un equipo trabajando en el caso de Félix y Wyatt de todos modos.

Gente como Faron y Elsa apenas necesitaban involucrarse.

Tras más de una hora conduciendo, todos llegaron por fin a la mina de oro.

La mitad de la colina había sido arrasada. Lo que antes había sido un hermoso lugar repleto de vegetación y vida, ahora era marrón y ruinoso, con mineral y barro por todas partes.

"¿Me estás tomando el pelo? Esto es directamente explotación por la fuerza. Ni siquiera tuvo en cuenta los problemas medioambientales que esto traería". Faron frunció el ceño.

Elsa también replicó: "Si esto hubiera seguido así, todo el ecosistema del Pueblo Twelven habría sido destruido".

"Si yo estuviera a cargo de esto, primero arreglaría las carreteras. Después de eso, construiría un vertedero y conseguiría el mejor equipo minero para utilizar los mejores procedimientos mineros. Estoy seguro de que duraría y tampoco seré avaricioso al respecto. La mitad de los beneficios volverán al Pueblo Twelven", explicó Skyler.

Wilbur soltó una carcajada. "Es un plan muy bueno, amigo".

"¡Por favor! ¡Soy un humanitario que ama el planeta!", presumió Skyler sin pudor.

Los cuatro intercambiaron una sonrisa de complicidad. Faron y Elsa se aseguraron de revisar el caso y asignar tareas a sus subordinados, y después todos partieron hacia Ciudad Seecher.

...

Justo entonces, en uno de los lugares subterráneos de la Ciudad Seecher.

Lo que una vez había sido un charco de sangre era ahora un río embravecido, fluyendo en múltiples direcciones.

Todavía había innumerables animales que reaccionaban al olor y se dirigían a la alcantarilla más cercana para ahogarse en el río de sangre antes de convertirse en uno con él.

La gente que caminaba por las calles y olía la sangre se volvía inquieta y volátil, y estallaban peleas por cosas tan insignificantes como una colisión accidental.

Al mismo tiempo, en una iglesia, Constantino fruncía el ceño mientras miraba atentamente una bola blanca brillante. En la bola estaba la imagen de casi todas las calles y edificios de la Ciudad Seecher.