Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 90

Wilbur hincó el diente, mirando al extranjero.

Había algo raro en todo lo que Cindy acaba de decir.

¿Cómo había logrado ligarse a un extranjero tan influyente?

Wilbur se lo pensó mejor y fingió coger el teléfono. Disimuladamente, le tomó una foto al extranjero y se la envió a Layla, su mejor amiga hacker y francotiradora. En el pie de la foto puso el nombre del hombre: Ricardo Licorica.

Tras enviar el mensaje, Wilbur no pudo evitar soltar una carcajada. Qué apellido más ridículo tenía aquel tipo.

A los diez minutos recibió una respuesta de Layla.

Había un Grupo de Inversiones Calle Waller, pero no existía tal persona con el nombre de Ricardo Licorica. El verdadero nombre del hombre era Santiago Tivella, un conocido estafador que había participado en innumerables estafas y tenía una orden de búsqueda y captura. Se había dado a la fuga hacía más de un año.

Wilbur sacudió la cabeza. Parecía que el objetivo era Cindy.

Pero la Corporación Woods dependía del Cabo, que también sufriría pérdidas si Cindy era estafada. ¿No significaba eso que el Cabo también estaba implicado?

Ese pensamiento le hizo enviar un mensaje de texto a Faye de inmediato, diciéndole que retirara a Cindy de todos sus puestos en la Corporación Woods por ahora antes de llevar a cabo una investigación interna para ver si había hecho algo que rompiera las reglas antes de decidir qué hacer con ella.

Esto también se debía al hecho de que habían sido compañeros de clase. Si hubiera sido cualquier otra persona, Wilbur habría conseguido que Faye los despidiera de inmediato.

Ella ya tenía una mala personalidad que él consideraba inadecuada para su puesto y ahora estaba saliendo con un estafador.

Sin embargo, justo en ese momento, una Cindy que seguía sin rendirse no paraba de alardear de lo estupenda que era en su trabajo en la Corporación Woods y de cómo tenía a Blake en la palma de su mano para que le diera el puesto de gerente de departamento.

Ella terminó de hablar de sí misma y rápidamente se trasladó de nuevo al hombre extranjero.

Wilbur miró a una Cindy enfurecida. "¿De verdad no me crees?".

"¿Por qué debería creer lo que dice un perdedor como tú?". Cindy echó humo.

Justo entonces, el hombre extranjero también habló. "Señor, acusar a alguien injustamente no solo es grosero, sino ilegal. Mis abogados pueden demandarlo".

A Wilbur le seguía importando un bledo el caso de Cindy, ya que habían sido compañeros de clase, pero era mucho menos indulgente con aquel hombre.

Dijo fríamente: "¿Juras que todo lo que le has dicho a Cindy sobre ti ha sido verdad?".

"¡Por supuesto! ¿Cómo podría mentirle a alguien tan hermosa?".

El hombre extranjero parecía confiado, seguro de que nadie en un lugar como este conocería su pasado.