--- Alexis Betancourt ---
Estaba en la cocina preparando café, llevábamos buen tiempo, de pronto me percaté de que Ana no había llegado a la cocina, camino hacia la habitación y la veo recargada en el marco de la puerta.
- ¿Qué sucede? – Le susurro al oído, llegando por detrás y la tomo de la cintura.
Hoy lleva puesta una de las tantas prendas que había guardado en mi alcoba, su aroma me enloquece, si no fuera porque debemos ir a trabajar y debo revisar algunos contratos, me encerraría con ella todo el día.
- Nada… Dice dando un respingo al sentir mi aliento en su oído.
No puedo negar que esas reacciones me fascinan, ella no me parece una chica experta, me seduce con su inocencia. La verdad es que al principio cuando escuche que ella había vivido con el tipejo aquel del café, me molesto, soy hombre e imaginar que la mujer con la que te acuestas ya estuvo con alguien más, sinceramente me encabronaba, pero siendo objetivo, no tengo ningún derecho de molestarme por esa nimiedad.
- Ven… Prepare café y he picado un poco de fruta, desayuna y luego te llevo a tu trabajo, aún tenemos unos 15 minutos.
- Alexis… Sé que pedí que me llevaras a la oficina, pero, no es necesario, puedo tomar un Uber hasta donde trabajo…
Noto un cambio en el humor de Ana, ¿qué es? No puedo descifrarlo, pero claramente está ahí, lo puedo ver, lo siento. No es la Ana de hace un par de horas…
- Ana… ¿Qué te sucede?
- ¿De qué hablas?
- Ana, no soy tonto, algo te sucede y no me gusta que me quieran ver la cara…
Ella levanta la mirada y hay algo en ella que no me está gustando, presiento que lo que vaya a salir de su boca no me va a gustar en lo absoluto.
Veo cómo deja salir un suspiro y comienza a hablar…
- Ha sido un maravilloso fin de semana, pero no es necesaria tanta cordialidad, tuvimos sexo como locos este fin de semana, sin embargo, es claro que yo no soy una mujer a la que vayas a mirar dos veces o vayas a llamar… No me gusta pensar en que seguiremos viéndonos, saldremos a cenar, tú me escribirás o llamarás, ¡Por Dios! Solo veme y ve tu apariencia, seguramente debes tener muchas mujeres a tu alrededor, y yo, yo soy una del montón.

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