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A mi Ex lo Mandé a la Fregada romance Capítulo 6

¿Acababa de pedirle el divorcio, de humillarla con palabras crueles, y esa misma noche ya se reunía con su antiguo amor para celebrar? ¿Acaso la creía muerta, sin un corazón que pudiera sentir dolor?

Iris bajó la cabeza y guardó silencio. Su cabello le cubría el rostro, ocultando su expresión. Fidel la observaba en silencio, con pensamientos indescifrables.

Carolina, al ver la actitud derrotada de Iris, sonrió para sus adentros con desprecio. Solo entonces se fijó en el hombre que estaba sentado junto a ella. Al verlo, sus ojos se iluminaron con asombro.

¡Qué hombre tan impresionante!

Sin embargo, al notar su ropa informal y de marca desconocida, su interés se desvaneció al instante.

—Simón, entonces me voy a… ¡Ah!

Carolina estaba a punto de irse cuando un chorro de vino tinto le salpicó la cara. Acto seguido, la copa se estrelló contra su frente. Vio cómo Ángela, con el rostro desencajado, se abalanzaba sobre ella.

—¡Maldita trepadora! ¡Así que eras tú la que andaba molestando a mi Iris! ¡Te voy a matar!

Ángela, que acababa de recuperar un poco la sobriedad, desató toda su furia. ¡Tenía que hacer justicia por Iris!

—¡Ay, por Dios, no me compliques más las cosas! —exclamó Simón, tratando de separarlas—. ¡Suéltala, por favor, deja de pegarle!

—¡Ángela, no! —gritó Iris, levantándose de un salto.

Intentó intervenir, pero Fidel, sentado a su lado, no se movió, bloqueándole el paso.

—Tranquila —le dijo él—, tu amiga sabe defenderse.

Iris lo miró con incredulidad.

—¿¿¿???

Carolina intentó defenderse, pero al recordar que Maximiliano estaba cerca, optó por dejarse golpear.

—¡Basta! —gritó Maximiliano, acercándose a toda prisa con el rostro desencajado.

—¡Maxi, ayúdame! —sollozó Carolina.

—Maxi, yo no soy ninguna trepadora —se defendió Carolina entre sollozos.

Maximiliano fulminó a Ángela con la mirada y luego se dirigió a Iris.

—El divorcio es decisión mía, no tiene nada que ver con Carolina. Y que no vuelva a oír esa palabra ni de tu boca ni de la de tu amiga, ¿entendido?

"Así que también sabe defender a alguien…", pensó Iris. La diferencia entre el afecto y la indiferencia era abismal.

Con una sonrisa amarga, se enfrentó a la mirada de Maximiliano.

—¿Me estás dando una orden?

—Te lo estoy advirtiendo —replicó él, frunciendo el ceño.

Iris soltó una carcajada.

—Lo siento, pero tus advertencias no me interesan.

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