Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 812

'¡Zachary!'.

Claramente era tan frío como una montaña de hielo.

Sin embargo, cuando él la sostuvo con sus brazos, sintió su incomparable seguridad y calidez, como si todo el peligro y la maldad en el mundo nunca podrían lastimarla.

Sotiria cerró los ojos y se relajó, luego perdió el conocimiento.

Zachary instantáneamente sintió un temblor en su corazón cuando sintió que ella perdía el conocimiento. Nunca había observado de cerca a Sotiria…

En ese momento, él bajó la mirada y la miró. Vio lo roja e hinchada que se había vuelto su cara por los golpes. Las comisuras de sus labios estaban manchadas de sangre. Sintió como si un cuchillo afilado lo hubiera atravesado. Incluso él, un hombre tan frío y helado como un glaciar, mostraba indicios de angustia en sus pupilas heladas.

'¡M*ldita sea! ¡Sotiria! ¡Ella claramente es una p*ta de poca moral!'.

Él no tenía ningún reparo en usarla como una herramienta para su venganza contra Garrison, incluso estaba tratando de seducirla en contra de su voluntad. Así que, ¿por qué sentía una agonía tan sincera por ella?

Esa angustia hizo que Zachary se sintiera extrañamente incómodo.

Él ocultó la pizca de agonía que no debería estar allí en lo profundo de sus ojos e hizo que su mirada se volviera aún más fría. Movió las piernas y se fue.

“¡Detente! ¡No he terminado de jugar con ella!”. El hombre barbudo que yacía en el suelo jadeaba por la patada de Zachary pero se negaba a ceder.

Zachary lo miró con indiferencia.

Él vio la jeringa en su mano derecha y recordó que le había pinchado el brazo a Sotiria cuando recién había llegado y estaba a punto de drogarla. El dolor que acababa de sofocar con gran dificultad una vez más inundó su corazón.

Se acercó al hombre con frialdad y se inclinó. Sujetó a Sotiria con un brazo y le arrebató la jeringa al hombre con el otro brazo.

“¿Tú… que estás haciendo?”. El hombre estaba tan asustado que su frente comenzó a sudar frío.

Zachary no se molestó en responderle. En cambio, apuñaló con frialdad la aguja en el brazo del hombre.

“¡No!”.

El hombre había recibido una patada tan fuerte que ya no se podía mover. Sin embargo, cuando vio que la jeringa venía hacia él, se levantó en un instante y trató de correr.