Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina romance Capítulo 114

Al entregar a la persona al director, solo intercambió unas cuantas palabras.

El otro hombre mandó a alguien con una silla de ruedas para llevarlo adentro.

No muy lejos, Liam, sentado al volante de su carro, presenció la escena y sacó la paleta de su boca para soltar con desdén:

—¡Qué iluso!

—¿Así quiere chantajear a los demás? Vaya ocurrencia...

...

A la mañana siguiente.

Beatriz despertó con la cabeza hecha un lío.

Abrazó las cobijas, se sentó en la cama y se frotó la frente. Apenas iba a destaparse para levantarse, cuando vio que alguien empujó la puerta de la recámara. Era Rubén, vestido con shorts y camiseta blancos, entrando desde el pasillo, bañado en sudor como si acabara de salir del gimnasio.

Ese hombre, tanto por su apariencia, su porte o incluso su figura, llamaba la atención a donde fuera.

¿Cuántos años se llevaban?

Beatriz trató de recordar.

—¿Ya despertaste? —la voz algo ronca de Rubén llegó hasta ella, con un tono de pregunta.

—¡Sí!

Rubén se acercó a la mesa y le sirvió un vaso de agua.

—Toma un poco de agua.

—Gracias —respondió ella, aceptando el vaso. Sin pensarlo demasiado, preguntó—: ¿Cuántos años tiene el señor Tamez?

—Treinta y dos, te llevo seis años. ¿Por qué?

Beatriz sintió que las mejillas se le encendían, bajó la mirada y empezó a beber el agua.

—Nada, solo que tu estilo de vida es demasiado saludable...

—¿Ah, sí? —Rubén se rio con ganas, sin entender de dónde venía el comentario—. Yo no diría que sea tan saludable.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Beatriz, curiosa.

Rubén entró al vestidor, sacó un cambio de ropa y la miró de reojo, con una expresión sugerente.

—Para que sea saludable de verdad, tiene que haber un buen equilibrio de todo.

Las orejas de Beatriz se tiñeron de rojo.

Había entendido perfectamente… ¿Se refería a que entre ellos no había intimidad de pareja?

¡Ay, Dios!

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