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Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina romance Capítulo 115

—Cuando usted se fue, señorita, Liam y yo teníamos pensado volver con la familia Barrales. Pero luego Mario me buscó y me dijo que ahora estaba con el señor Tamez, y me preguntó si quería ir a Montaña Esmeralda. Yo, la verdad, al principio no quería. Me parecía que Mario me estaba engañando. Fue hasta que la señorita Luciana me contó que su equipo médico lo consiguió el señor Tamez, que acepté venir.

Valeria apretó sus manos, mirando a ambos lados, y con los ojos llenos de lágrimas, dijo emocionada:

—Hace unos días Mario me contó que usted iba a regresar, pero yo no lo creí. Y mire, sí volvió... —Se limpió las lágrimas con la mano, sonriendo entre sollozos—. Qué alegría.

—Ahora sí que esos desgraciados de la familia Zamudio van a ver. Nuestra señorita es la persona más espectacular que hay. A ver ahora qué se inventan esos arrastrados.

Beatriz, sentada en la sala de té, abrazó suavemente a Valeria para tranquilizarla.

—Ya todo está bien. Esta vez volví para poner en su lugar a esa gente.

Valeria, con el enojo todavía marcado en la voz, añadió:

—Y para recuperar la empresa del señor y la señora.

Beatriz asintió con firmeza.

—Eso haré.

La familia de Lucas se había adueñado de lo que era suyo por demasiado tiempo. Ahora pensaba recuperarlo, poco a poco.

—Ya no llores —dijo Beatriz, limpiando las lágrimas del rostro de Valeria con el pulgar y hablándole con suavidad—. Ya llevo tres años fuera, y tú sigues igual de joven, Valeria.

—Señorita, siempre sabe cómo hacerme reír... —Valeria pasó de las lágrimas a una sonrisa, secándose la cara.

Beatriz la jaló para que se sentaran juntas.

—¿Te has acostumbrado a vivir en Montaña Esmeralda?

—Sí, sí, Mario dice que usted y el señor Tamez... —Valeria bajó la voz, sin atreverse a terminar la frase. La última relación de Beatriz había sido tan dolorosa que pensó que jamás volvería a casarse. Pero, para sorpresa de todos, apenas pasaron tres meses entre el divorcio y la nueva boda.

Por un momento, Valeria prefirió callar. Temía herir los sentimientos de Beatriz, y además, sentía que el señor Tamez era alguien muy difícil de tratar.

—Sí, ya estamos casados —respondió Beatriz con calma—. Nos casamos en Toronto. Estos dos años él se ha encargado de todo lo que necesito, y la verdad, se ha portado muy bien.

Beatriz eligió palabras reconfortantes para tranquilizarla.

Valeria sonrió, asintiendo una y otra vez.

—Eso está perfecto.

—Tranquila, todo va a estar bien.

La charla entre ellas se extendió, hablando de todo y de nada, hasta que cerca del mediodía alguien tocó la puerta de vidrio de la sala de té.

Capítulo 115 1

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