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Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina romance Capítulo 131

Al escuchar esas palabras, el corazón de Carlota dio un vuelco sin razón aparente.

Sentía que cada frase de Beatriz estaba cargada de trampas ocultas.

Los años de vida errante la habían transformado profundamente por dentro.

Ahora, sus estrategias y su capacidad para manipular estaban a otro nivel.

Sabía que, con el más mínimo descuido, podría caer en alguna de sus redes.

Beatriz tomó una servilleta, se limpió las manos con calma, la hizo una bolita y la lanzó al bote de basura. El tiro fue certero, justo en el instante en que la puerta del baño se abrió.

Sonia apareció en la entrada, luciendo un vestido largo de tirantes color verde oscuro.

Su piel blanca resaltaba aún más bajo la luz especial de Sabor Latino, impecable y luminosa.

Comparada con Carlota, que venía directo de la oficina, Sonia tenía ese aire de niña mimada, un porte de princesa que la hacía destacar.

Y precisamente ese encanto sofisticado era lo que le gustaba a Ismael.

A fin de cuentas, ¿no era ese tipo de mujeres lo que le llamaba la atención?

Sonia se detuvo de golpe al ver a Beatriz.

De inmediato recordó la mano de Gregorio.

Cuando estuvo a punto de cruzarse con ella, Sonia le sujetó el brazo y bajó la mirada hacia su pierna, incrédula.

—¿Ya te recuperaste de la pierna?

—¿Y qué tiene? —Beatriz apartó con desdén sus dedos—. ¿Que mi pierna esté bien te molesta, señorita Olmos?

—Tu pierna está bien, pero la mano de mi hermano le duele cada vez que llueve.

—¿Y qué? Si tanto te duele lo de él, ¿por qué no te fastidias tú también una mano para que sientas lo mismo? —La mirada de Beatriz, oscura y punzante, se clavó en el brazo de Sonia.

Eso bastó para que los dedos de Sonia, colgando a su lado, temblaran con fuerza.

Sabía que Beatriz era perfectamente capaz de hacer algo así.

Beatriz soltó una carcajada suave, movió los dedos y, con la vista baja, miró hacia el baño. Apenas levantó los párpados y soltó con ironía:

—Han pasado tres años, señorita Olmos, y sigues igual de despistada.

Acercándose, le susurró apenas lo suficiente para que solo ella la escuchara:

—Tu verdadero enemigo nunca he sido yo.

En ese momento, la puerta del baño se abrió de nuevo.

Carlota salió dando pasos decididos. En el pasillo, bajo la luz amarillenta, Beatriz y Sonia estaban juntas, pero sus miradas se enfocaron en Carlota.

Capítulo 131 1

Capítulo 131 2

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