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Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina romance Capítulo 18

El jefe iba de un lado a otro entre las mujeres, y él, igual que una abeja obrera, lo seguía con un balde recogiendo los desastres que dejaba a su paso.

—Regresa a la oficina —repitió Ismael una vez más.

Dormir, eso decían.

En realidad, solo habían pasado la noche juntos una vez.

Y esa única vez, había sido planeada por Sonia.

Si de verdad habían hecho algo o solo se habían acostado desnudos en la misma cama sin pasar a mayores, nadie lo sabía excepto ellos dos.

Por lo menos, Izan recordaba todo con claridad: esa noche, Ismael salió de la mesa ya tan borracho que apenas si podía mantenerse en pie. Cuando Izan le consiguió un cuarto y lo llevó a la cama, ni siquiera tuvo fuerzas para quitarse los zapatos.

Lo que pasó al día siguiente era un misterio: por qué Sonia estaba en el cuarto, por qué estaba desnuda en su cama, nadie lo supo.

Ismael sentía la cabeza a punto de estallarle.

Sentado en la silla ejecutiva, se sostenía la frente, el ceño apretado y la mirada perdida.

Es cierto que entre él y Beatriz no había amor, pero tampoco se llevaban tan mal como para buscarse problemas solo por fastidiarse. Todo se había complicado desde el día en que despertó, aún borracho, y encontró a la hermana de Gregorio tendida a su lado...

...

Durante dos días seguidos, Ismael no volvió a casa.

Y como no regresaba, Beatriz ordenó que la cocina dejara de mandarle comida a Emma y también prohibió que los repartidores del pueblo subieran algún pedido.

Muerta de hambre, con el estómago pegado a la espalda, Emma fue a buscar a Valeria para reclamarle.

Pero Valeria la frenó de inmediato:

—Aquí, el que no trabaja no come.

—Pero yo... Yo le llamé al señorito, y ni me contesta —Emma estaba desesperada. Si Ismael no volvía, ¿de verdad pensaba Beatriz dejarla morir de hambre?

En un país con leyes, dejar morir de hambre a alguien era un delito.

Pero a ella le temblaban las piernas al pensar en enfrentar a Beatriz. No se atrevía ni a acercarse.

—Por favor, señorita, yo puedo ayudar en otras cosas. He visto que están cambiando muebles y moviendo cajas. Yo puedo ayudarles, de verdad.

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