El jefe iba de un lado a otro entre las mujeres, y él, igual que una abeja obrera, lo seguía con un balde recogiendo los desastres que dejaba a su paso.
—Regresa a la oficina —repitió Ismael una vez más.
Dormir, eso decían.
En realidad, solo habían pasado la noche juntos una vez.
Y esa única vez, había sido planeada por Sonia.
Si de verdad habían hecho algo o solo se habían acostado desnudos en la misma cama sin pasar a mayores, nadie lo sabía excepto ellos dos.
Por lo menos, Izan recordaba todo con claridad: esa noche, Ismael salió de la mesa ya tan borracho que apenas si podía mantenerse en pie. Cuando Izan le consiguió un cuarto y lo llevó a la cama, ni siquiera tuvo fuerzas para quitarse los zapatos.
Lo que pasó al día siguiente era un misterio: por qué Sonia estaba en el cuarto, por qué estaba desnuda en su cama, nadie lo supo.
Ismael sentía la cabeza a punto de estallarle.
Sentado en la silla ejecutiva, se sostenía la frente, el ceño apretado y la mirada perdida.
Es cierto que entre él y Beatriz no había amor, pero tampoco se llevaban tan mal como para buscarse problemas solo por fastidiarse. Todo se había complicado desde el día en que despertó, aún borracho, y encontró a la hermana de Gregorio tendida a su lado...
...
Durante dos días seguidos, Ismael no volvió a casa.
Y como no regresaba, Beatriz ordenó que la cocina dejara de mandarle comida a Emma y también prohibió que los repartidores del pueblo subieran algún pedido.
Muerta de hambre, con el estómago pegado a la espalda, Emma fue a buscar a Valeria para reclamarle.
Pero Valeria la frenó de inmediato:
—Aquí, el que no trabaja no come.
—Pero yo... Yo le llamé al señorito, y ni me contesta —Emma estaba desesperada. Si Ismael no volvía, ¿de verdad pensaba Beatriz dejarla morir de hambre?
En un país con leyes, dejar morir de hambre a alguien era un delito.
Pero a ella le temblaban las piernas al pensar en enfrentar a Beatriz. No se atrevía ni a acercarse.
—Por favor, señorita, yo puedo ayudar en otras cosas. He visto que están cambiando muebles y moviendo cajas. Yo puedo ayudarles, de verdad.
VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina