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Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina romance Capítulo 186

Beatriz quedó sin palabras por un momento.

¿Ese era el plan de Daniela?

Le lanzó una mirada profunda, pero Daniela se giró hacia otro lado, incómoda.

¡Qué más daba! Mientras lograra que Carlota saliera con ese vestido, cualquier método era bueno.

Cuanto más escuchaba Carlota, peor se le ponía la cara.

Nunca había sido tan guapa como Beatriz, la gente se lo decía desde niñas.

Los papás de Beatriz eran famosos por ser atractivos.

Eso era algo que Carlota no podía cambiar.

Los comentarios de que no estaba a la altura de Beatriz se detuvieron solo cuando Beatriz sufrió el accidente en la pierna.

Cinco años después, para su sorpresa, esos rumores volvían a escucharse.

Carlota, llena de rabia, fulminó a Beatriz con la mirada.

—Controla a tu gente. Si tienen tanto tiempo libre, mejor que busquen algo útil que hacer.

Daniela se encogió de hombros con indiferencia.

—No es que yo esté sin nada que hacer, es que las de tu grupo fueron las que empezaron a platicar sobre que el exesposo de la señorita Mariscal era tu amigo de la infancia. Todos estaban bien entretenidos con el chisme.

—Y bueno, ya sabemos cómo es la gente, nadie habla mal de sí mismo. Yo solo comenté sobre la belleza, porque es algo que cualquiera puede ver.

—Pero ustedes, mejor cierren la boca —Daniela no se guardó nada y lanzó sus palabras como dardos a todos en la sala.

Beatriz se llevó la mano a la frente, frotándose las sienes.

Pensó que Daniela no se tentaba el corazón con nadie.

—Ya estuvo —intervino de pronto, cortando de raíz la discusión.

Se llevó a su gente lejos del escándalo.

...

Apenas entraron a la oficina, Beatriz abrió el cajón y le aventó una peineta a Daniela.

—¿Todavía no te quedas calva y ya te andas arrancando más pelo?

Daniela recogió la peineta y se jaló el cabello, quejándose entre dientes.

—Ya, ya, no me lo recuerdes. Me duele hasta el alma.

—De todos modos, lo que me pediste ya está hecho.

—¿Valía la pena? Pegarle a los otros y salir yo también perdiendo...

Daniela le guiñó un ojo a Beatriz.

—Ya sé que soy bien valiente, pero no te vayas a enamorar de mí.

Tal como lo esperaban, a mediodía Carlota salió de la empresa y fue directo a un centro de belleza.

No terminó hasta la noche, después de un tratamiento de spa de pies a cabeza.

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