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Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina romance Capítulo 24

Ismael, al final, no pudo evitar sentirse conmovido. Quiso aprovechar que Beatriz aún no se levantaba para solucionar el asunto de una vez, así que le agarró el brazo a Sonia y la jaló hacia el estacionamiento.

—Vamos afuera a platicar.

—¡No! Yo quiero decirlo aquí mismo —se soltó de su mano con un tirón—. ¿Por qué no puedo decirlo aquí? Ella no te quiere y tú tampoco la quieres. Solo están juntos por ese favor del pasado, ¿no es así? Sí, es cierto que te salvó y perdió las piernas por ti, pero ¿acaso tienes que atarte a ella para siempre solo por agradecimiento? ¿No puedes simplemente darle dinero y que se vaya?

—Isma, con ella así, nunca va a poder darle herederos a la familia Zamudio. Si no, ni tu mamá ni tu abuelita me habrían dejado cruzar la puerta de la casa principal, ¿cierto? Tú y yo sí somos el uno para el otro.

—¡Vaya, sí que se ven hechos el uno para el otro! —se oyó de repente—.

El ascensor se abrió y Valeria apareció empujando una silla de ruedas. Beatriz acababa de levantarse, llevaba un vestido largo blanco, de esos que parecen sacados de un cuento antiguo, cubriéndole por completo las piernas.

Al ver a Ismael y Sonia jaloneándose en la sala, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

—Señorita Olmos, ubíquese: esta es mi casa.

—¿Tu casa? Esta casa la pagó la familia Zamudio para que fuera su casa de casados. Cuando me case con Ismael, te vas a tener que largar.

Beatriz apenas esbozó una sonrisa, con una calma que dolía.

—Qué pena, pero la casa está a mi nombre.

—Además, ¿no te parece demasiado descarado venir a coquetearle al esposo de alguien en su propia casa? ¿Dónde quedó la decencia? ¿O la familia Olmos ya no enseña modales? ¿Te criaron sin valores o qué?

—Beatriz —intervino Ismael de inmediato, tratando de frenar el tono mordaz de ella—, ya basta.

Desde siempre, Beatriz supo que Ismael no valía la pena.

Pero cada vez que él lo demostraba con sus actos, sentía que le faltaba el aire, como si le apretaran el pecho.

Pensaba en lo poco que valía la pena todo lo que había hecho.

Capítulo 24 1

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