—¿Auri?
—¡Lottie, vamos a ver el amanecer! —La voz de Aurora sonaba tan emocionada al teléfono que era imposible no contagiarse.
—¿A dónde iremos a ver el amanecer?
—A la Montaña Esmeralda.
—¿La Montaña Esmeralda? ¿No es propiedad privada? ¡No está abierta al público!
—Me acabo de enterar, pero la Montaña Esmeralda la abrieron al público hace poco —la emoción de Aurora era inconfundible. Todo el mundo sabía que Solsepia tenía la Montaña Esmeralda, el punto más alto de la ciudad financiera, y que hace años un particular la había comprado para construir un jardín privado, cerrándola a todos.
En la cima vivía la familia más poderosa de Solsepia, una dinastía con cien años de historia. Si se encontraban con alguno de ellos...
Carlota ni siquiera quiso imaginarlo.
—¡Ándale, vamos! Solo acompáñame esta vez.
—Está bien. ¿Dónde estás? Le pido al chofer que me lleve.
Al colgar, Carlota subió corriendo las escaleras. Regina entró detrás de ella al cuarto y la vio revolviendo el clóset en busca de algo qué ponerse.
—¿De verdad vas a ir?
—Claro, de vez en cuando hay que darles gusto a los amigos.
—La Montaña Esmeralda es propiedad privada. Allí viven personas con las que no conviene meterse.
—Vamos a ver el amanecer, no a meternos en problemas. Si no está abierta, me regreso y ya —Carlota tenía muy claro lo que hacía—. Mamá, la verdad es que no quieres que me acerque a Aurora, pero ¿quién nos asegura que algún día no tengamos que hacer negocios con la familia Ponce?
—Las relaciones hay que mantenerlas de vez en cuando, quieras o no.
Regina la miró fijamente, sorprendida al ver en su hija a alguien muy distinto a la joven ingenua que recordaba.
—Ya creciste, ¿verdad? Antes ni pensabas en estas cosas.
Desde que volvió tras dos años fuera, Carlota ya no era la misma.
Ella apenas esbozó una sonrisa.
—Quizá porque ahora sí sé lo que quiero.
...
Aurora pasó por Carlota en el carro. Iban también otros amigos del mismo círculo; todos platicaban animados mientras subían la montaña.


VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina