—¿Qué estás viendo?
Ismael salió del cuarto de descanso ayudando a la abuela. Al ver a Isabel parada en la puerta con un sobre en la mano, la notó tan pálida como un fantasma.
Incluso su respiración temblaba.
El sonido repentino hizo que Isabel se sobresaltara.
Rápido, metió la foto en el sobre.
—No es nada.
—Ismael, lleva a la abuela primero, yo voy al cuarto de descanso a tomar un poco de agua y ya voy.
Ismael no le dio importancia y acompañó a la abuela al salón del evento.
Isabel se sentó en el sofá del cuarto de descanso, sosteniendo la foto y mirando esas cuatro palabras impresas arriba.
Si no fuera por esa foto, ya habría olvidado lo que pasó hace tres años.
Beatriz, al final, no estaba muerta.
Entonces, durante estos años, aunque Orlando mandó a gente a buscarla por todos lados y nunca la encontraron, ¿dónde se habría escondido esa mujer?
¡Maldita sea!
Aquella vez, con un solo incendio, los marcó por tres años.
Si Beatriz regresaba, Isabel estaba segura de que no pensaba dejar las cosas en paz.
...
En el salón, las voces y risas no paraban.
Ismael parecía estar igual que tres años antes, cuando acababa de entrar al mundo de los negocios sin casarse aún; otra vez era el centro de atención, con ese aire juvenil y seguro que lo hacía destacar.
A su alrededor, las miradas de muchas jóvenes se posaban en él como focos de feria.
Un viudo joven y rico no dejaba de ser uno de los solteros más codiciados, y valía mucho más que los pretendientes comunes.
—¿Por qué no vino Carlota hoy? ¿No que eran inseparables desde chicos? ¿Ni así apareció?
Entre la gente, alguien lanzó la pregunta, buscando a Carlota con la mirada.
Otro, con una sonrisa desdeñosa, soltó:
—¿Estás seguro de que fue ella quien no vino? ¿No será que la familia Zamudio ya cortó lazos con ellos?
—La familia Zamudio quedó muy mal parada por culpa de Beatriz. Ahora deben tener mucho cuidado con Carlota. Si se atreven a unirse otra vez con los Mariscal, la gente no los va a dejar en paz nunca.
—¿Morirse dos veces colgado del mismo árbol torcido? Eso da para que se burlen de ellos por generaciones.


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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina