Leandro se quedó mirando a Carla.
—Bueno, eso no va a funcionar para mí. Quiero comprar una casa solo en Colina del Norte.
—Ja, ja, ja... —María y los demás se rieron a carcajadas. «¿Cuánto tiempo va a durar la actuación?».
Carla también se rio.
—Viejo amigo, debo recordarte algo. En nuestra agencia, solo aceptamos el pago completo en efectivo por las propiedades. Incluso si aceptas una unidad con un préstamo hipotecario, tendrás que pagar unos cuantos millones para el pago inicial. No creo que puedas permitirte esa cantidad por ahora.
Leandro dijo con frialdad:
—¡También voy a hacer el pago completo en efectivo!
—¿El pago completo en efectivo? ¿Estás seguro? —Carla estaba sorprendida. «Solo se atreve a decir una tontería tan escandalosa porque le importa demasiado su orgullo. ¡Humm! Vamos a ver si puede cumplir sus palabras. Al final solo se avergonzará a sí mismo. Entonces, ¡les contaré este vergonzoso incidente a nuestros amigos del instituto esta noche!».
Pero todos se quedaron boquiabiertos después de que Leandro añadiera:
—¡Déjame ver la unidad más cara que tienes aquí!
Todos se callaron mientras lo miraban desconcertados.
—¿Qué has dicho? ¿La unidad más cara? ¿Estás seguro? —preguntó Carla en voz baja.
Abigail le reprochó con impaciencia:
—¿Está sorda? ¡Quiere la unidad más cara!
Carla recuperó el sentido común. «¡Humm! ¿La unidad más cara, dices? ¡No puedo esperar a ver cómo vas a pagar la casa!».
—Muy bien, ¡síganme! —Carla los guio a la maqueta de la inmobiliaria y señaló una de las unidades—. Esta es la casa de más alta gama de Jardín Vista Hermosa, que mide quinientos metros cuadrados. También incluiremos, de forma gratuita, un garaje subterráneo y un almacén para ustedes. El precio de esta unidad es de cincuenta millones. ¿Qué te parece? —Carla miró a Leandro con suficiencia después de darles una exhaustiva explicación.
María y los demás miraron a Leandro de forma burlona. «¿Cómo vas a pagar ahora, ya que has hablado tanto?».
—¿Qué? ¿Va a comprar la unidad ahora? —María fue la primera en volver a la realidad.
—¿Estás seguro? —A Carla le temblaba la voz.
Leandro le entregó la tarjeta.
—¡Ocúpate de ello ahora! Tengo otro asunto que atender.
Carla tomó la tarjeta con manos temblorosas porque reconoció la tarjeta Centurion que tenía en sus manos. «¡Esta tarjeta no tiene límite de crédito! ¿Está en realidad cualificado para poseer una tarjeta así?».
Carla procedió a comprobar el pago con incertidumbre. El pago se realizó con éxito después de que Leandro introdujera la contraseña.
«¡Pagó cincuenta millones en una sola transacción!». Carla, María y el otro agente de ventas se quedaron muy sorprendidos. ¡En realidad se había gastado todo ese dinero para comprar una casa! Se quedaron mirando a Leandro con incredulidad.
«Incluso con mis aptitudes, tengo que ganar esta cantidad constante durante más de diez años para permitirme esa casa. ¿Pero Leandro pagó la suma sin esfuerzo?», pensó Carla para sí.

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