En cuanto al matrimonio por sustitución, la familia Salinas estaba segura de que, ya que la familia Ríos había aceptado a Mariana de regreso, tendrían que tragarse ese asunto sin poder decir nada más. Sentían que ya no tenían cara para hablar al respecto.
Al fin y al cabo, nunca se había dicho que la unión debía ser con alguien que llevara el apellido Salinas. Lo importante era que Mariana sí era hija de la familia Salinas.
Por eso, aunque hubieran abusado de su posición, ¿a quién le importaba?
Ellos insistían en que, aunque Mariana hubiera sido enviada, la familia Ríos jamás se pondría de su lado.
...
En la planta alta, dentro del cuarto.
Mariana dejó el botiquín y sacó las hierbas medicinales, mezclándolas con cuidado, una por una, hasta que la noche cayó y la habitación quedó sumida en la oscuridad.
—Ay... —soltó un quejido ahogado y se frotó el cuello.
Se incorporó del tapete, pero al ponerse de pie, sintió las piernas entumidas y terminó cayendo de nuevo sobre el tapete.
Al final, decidió quedarse acostada, respirando el aroma a medicina que flotaba en el aire. Ese olor la fue calmando poco a poco, disipando el desasosiego que sentía. Giró la cabeza hacia su celular y vio que Santiago le había marcado tres veces.
Mariana no contestó. En cambio, revisó su lista de contactos y se dio cuenta de que, en Clarosol, no tenía ni un solo amigo.
—Vaya, Mariana, sí que eres ingenua —se burló de sí misma, esbozando una sonrisa amarga.
Cuando regresó a Clarosol, por ese poco de cariño familiar, se esforzó por agradarles a todos los Salinas, pero se olvidó de sí misma. Por eso ahora estaba tan mal parada.
Llevaba siete meses de vuelta y ni siquiera había logrado hacerse de un amigo. No sabía si eso era un fracaso o simplemente la vida.
En ese momento, su celular vibró con un timbre insistente.
Mariana miró el número que aparecía en la pantalla y colgó la llamada.
De inmediato, le llegó un mensaje de Romeo:
[¿Por qué no contestas mis llamadas? Marca en este instante.]
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