Cómo Deshacerse de una Familia en 10 Lecciones romance Capítulo 39

—Mari, estabas increíble hace rato —Ofelia no podía dejar de reír, la boca se le abría de oreja a oreja.

Desde que llegó, Mariana le cayó bien, pero jamás pensó que Mariana se atrevería a enfrentarse así a Matilde y a sus amigas.

Le encantaba la idea, porque el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Ofelia y Matilde no podían ni verse, así que al mirar a Mariana, cada vez le caía mejor.

—¿No te parece que algo anda raro? —Mariana detuvo el paso de golpe.

Se giró, con el ceño apretado, y desde arriba le lanzó a Ofelia una mirada que casi la atravesaba.

Ofelia, agotada, dejó caer su maleta y se quedó ahí, jadeando. Su cara pálida se había puesto completamente roja. Se limpió el sudor de la frente y, sin dudarlo, se sentó de golpe sobre la maleta.

—No veo que haya algo raro —susurró Ofelia, insegura.

Apenas terminó de hablar, Lucas y Silvia se miraron entre sí, los dos con el rostro desencajado, y sin dejar de fijarse en Ofelia, como si de pronto ella tuviera algo raro.

—¿Por qué me ven así? ¿Tengo la cara manchada o qué? —Ofelia se asustó, le cambió el tono.

Se llevó la mano al rostro y se limpió rápido, y hasta sacó un espejo para verse. De repente, su cuerpo se quedó paralizado. Las piernas le temblaban, sentía algo que se deslizaba subiendo por su pierna.

Ofelia no podía creerlo. Miró a Mariana, buscando una explicación, pero notó que la mirada de Mariana bajaba directo a sus piernas.

Agachó la cabeza con rapidez y ahí lo vio: una pequeña serpiente estaba enroscada en su pierna, subiendo sin prisa. Cuando Ofelia se dio cuenta, la serpiente levantó la cabeza y sacó la lengua, amenazante.

—¡Ah, una serpiente! ¡Una serpiente! —el grito salió solo, desgarrándole la garganta.

Los de otro equipo, al escuchar el escándalo, corrieron en su dirección.

El camarógrafo que estaba cerca enfocó la cámara en Ofelia, que seguía sentada en la maleta, totalmente inmóvil, temblando de miedo.

El sudor le caía en gotas gruesas desde la frente hasta los brazos.

La serpiente, sintiendo el terror de Ofelia, agitó la cabeza con más fuerza y de pronto se lanzó directo hacia su cara.

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