C27-MI HIJO HA DESAPARECIDO.
Kate llevaba más de una hora revisando documentos; tenía los ojos enrojecidos de tanto leer, pero no iba a detenerse. No con ese juicio a la vuelta de la esquina. De repente, la puerta de su oficina se abrió sin previo aviso, levantó la mirada con fastidio, esperando ver a su asistente.
Pero no era ella. Era Ethan.
Kate lo miró solo un segundo antes de dejar el bolígrafo con un leve clic sobre el escritorio.
—¿Qué haces aquí, Ethan? Ya hablamos. Iremos a juicio… ¿O es que tu cliente va a firmar sin problemas? —preguntó, sin molestarse en disimular el hielo en su voz.
Ethan cerró la puerta y dejó el maletín en una silla sin decir palabra. En sus ojos había algo que la incomodó de inmediato, algo más que negocios. Rodeó el escritorio, con pasos firmes, y Kate apenas tuvo tiempo de incorporarse antes de que él la sujetara de golpe por la cintura y la atrajera hacia sí.
—Ethan, ¿qué?
No alcanzó a terminar, porque la besó.
Fue un beso inesperado, torpe y cargado de urgencia, como si quisiera recuperar algo que ya no existía. Kate se quedó inmóvil solo un segundo, sorprendida, con el corazón golpeándole las costillas como si hubiera caído en un abismo, pero luego reaccionó y forcejeó, empujándolo pero él no la soltó.
Se sintió sucia, enojada, traicionada y sin pensarlo dos veces, le clavó el tacón en el pie. Ethan soltó un gruñido y retrocedió de golpe. Ella se apartó con rapidez y, sin dudarlo, lo abofeteó.
—¡¿Qué diablos te pasa?! —le gritó —. ¿Viniste aquí para esto?
Ethan no se defendió, no se movió; solo la miró, como si no supiera por dónde empezar.
—Te extraño, Kate —dijo finalmente —. Te juro que intenté olvidarte, seguir con mi vida… pero volver a verte… despertó todo eso que pensé que ya no sentía. Todo eso que creí enterrado.
Ella apretó los labios, sintiendo cómo la rabia y el dolor chocaban dentro de su pecho, desordenándolo todo. Lo entendía. Maldita sea, lo entendía. Porque ella también había sentido el temblor, esa punzada estúpida en el estómago cuando lo vio entrar.
Pero ya no podían volver al pasado, ya no tenían futuro.
—Lo lamento, Ethan —murmuró —. Pero ya no hay vuelta atrás. No después de todo lo que pasó. Entiende que... yo tengo una vida y en ella... tu... no tienes espacio.
Ethan apretó los dientes, con el rostro crispado y estuvo a punto de replicar, como si fuera a lanzarse de nuevo contra esa puerta que ella le acababa de cerrar. Pero en ese momento, el teléfono de Kate vibró sobre el escritorio, ella bajó la vista y lo contestó sin pensar, aún con el corazón acelerado.
—¿Aisling?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONQUISTANDO A MI EXESPOSA SECRETA