C29- NECESIDAD INEXPLICABLE.
Kate subía las escaleras casi sin sentir los peldaños bajo sus pies. El corazón le latía desbocado, las manos le temblaban mientras agarraba con fuerza el pasamanos. Aisling la había llamado unos minutos antes y le había dado la noticia:
"Kate... Oliver está aquí. Está a salvo."
No dijo más, no hizo falta. Kate dejó todo, cruzó la ciudad como una ráfaga y ahora corría por los pasillos como si cada segundo pudiera arrebatarle de nuevo a su hijo. Ni siquiera tocó la puerta, la empujó y entró como un vendaval.
Oliver estaba en el sillón, con las piernitas juntas y los ojos bajos. Pero en cuanto la vio entrar, se levantó de un salto. Kate dejó caer el bolso al suelo y abrió los brazos.
—¡Mami! —gritó, corriendo hacia ella.
Kate cayó de rodillas y Oliver se lanzó hacia ella, abrazándola y escondiendo el rostro en su cuello.
—Mi amor… —susurró Kate, temblando mientras lo abrazaba con desesperación—. Me tenías tan asustada... tan asustada...
Sus manos recorrían su espalda, su cabeza, sus brazos, como si necesitara asegurarse de que estaba completo, intacto. Lo apartó apenas unos centímetros para mirarlo, con los ojos aún empañados.
—¿Dónde estabas, mi vida? ¿Por qué huiste del colegio?
Oliver bajó la mirada, su pequeño corazón latía con fuerza. No quería mentirle, odiaba la idea, pero tampoco podía decirle la verdad. No quería que se enojara con él. No quería que se peleara con ese señor.
—Yo… yo fui... —murmuró bajito—. Quería ir al estadio… a ver si alcanzaba a ver a los del River entrenar…
Kate no dijo nada, era la primera vez que Oliver hiciera algo así, pero lo entendía, su hijo amaba el fútbol y le había pedido ir, pero aun así…
—Oli… Nunca… nunca puedes salir solo, ¿me oyes? Nunca —le dijo con la voz quebrada, sin soltarlo.
—Lo siento, mamá —sollozó el chico, aferrándose a ella con más fuerza—. Lo siento…
Las lágrimas le corrían por las mejillas, mojándole el cuello, y Kate lo abrazó.
—Tranquilo, bebé… Mamá no está enojada. Solo… solo estaba muy asustada.
Aisling, sentada en el sofá, los observaba con los ojos aún hinchados.
—Un señor lo trajo. Al parecer se preocupó al verlo solo por la calle y lo trajo hasta aquí.
Kate levantó la mirada.
—¿Y dónde está?
—No lo sé. Se fue enseguida. Era… un auto de lujo, negro.
Kate respiró hondo y se puso de pie con Oliver en brazos, aún abrazado a ella.
—Mi amor… —le dijo suavemente, mirándolo a los ojos—. Ese hombre… ¿te hizo daño?
Oliver negó con la cabeza.
—No, mamá.
—¿Seguro? —insistió—. Puedes decirme la verdad, cielo. Mamá no se va a enojar.
—No… él fue bueno conmigo.
Kate asintió con suavidad y lo estrechó contra su pecho otra vez y de repente sus ojos se encontraron con los de Ethan, que había permanecido en silencio, al fondo, sin moverse.

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