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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 467

Cuando Celia se alejó, César, que se había escondido en la sombra, salió del complejo residencial aguantando el dolor en la pierna. Se quitó la gorra, se apoyó contra la pared y marcó un número en su celular.

—Ven a Rivale. Y no le digas a la familia sobre mí.

Sin esperar respuesta, colgó. Tras descansar un momento, se puso la gorra de nuevo, echó un vistazo a uno de los edificios del complejo y se alejó lentamente.

***

Cuando Nicolás llegó a casa al anochecer, Celia acababa de tener la cena lista. Al entrar, la mirada de Nicolás se posó en la comida humeante sobre la mesa y luego en la persona que ordenaba en la cocina. Se había acostumbrado a vivir solo durante tanto tiempo, que se sintió un poco desorientado ante esa escena.

Celia salió de la cocina y lo miró.

—Doctor Gómez, llega a tiempo. La cena ya está lista.

—No te pedí que hicieras esto.

—Lo sé. —Ella sacó una silla—. Quise hacerlo. Sé que te he causado muchas molestias estos días.

Al ver su sinceridad, la cara de Nicolás mostró un dejo de resignación y también tomó asiento.

—Por cierto, hoy dos agentes vinieron a buscarme. Los invité a pasar sin tu permiso…

—No te preocupes. ¿Cómo va la investigación?

—Siguen investigando. —Celia bajó la mirada hacia su comida—. El tipo es un reincidente, con buenas habilidades antirrastreo.

—Entonces, parece que tendrás que quedarte unos días más. —Nicolás alzó de repente la vista para mirarla.

Ella detuvo su movimiento. Al encontrar la mirada de Nicolás, desvió la suya. Ambos guardaron silencio. Y Celia, en ningún momento, mencionó haber visto a alguien parecido a César...

***

Al día siguiente, Celia y Nicolás llegaron a la clínica juntos. Al pasar por la recepción, dos enfermeras los miraron y cuchichearon.

—Pero si su esposo acaba de...

—Ahora es una viuda. Además, que se le muera el esposo no le impide seguir adelante.

Dentro del ascensor, Celia permaneció en silencio. Nicolás notó su cambio de ánimo y habló:

—Si te molestan sus comentarios, mañana mismo las hago trasladar.

Ella se sorprendió y dijo:

—No, no es necesario. La verdad no me importa tanto.

—Te espero en consulta.

Nicolás salió del ascensor primero. Lía miró su espalda y resopló.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó Celia.

La expresión de Lía se tornó apenada.

—Mi primo murió… Acabo de ir a su funeral y vine a buscarte.

Ella arrugó el entrecejo.

—¿La familia Herrera le hizo funeral?

—Sí. —Asintió Lía—. Pobre de mi primo, no solo murió joven, ¡sino que ni siquiera quedó un cuerpo! Mi tía está muy desanimada por lo ocurrido y la abuela Valeria también... Uff…

—¿Y la abuela... cómo está?

—No muy bien…

Celia apretó las manos, sintiendo un nudo en el pecho que le bloqueó el aire.

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