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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 471

Al terminar esa frase, Celia sentía que el sudor ya había empapado su espalda. Definitivamente la había reconocido… Pero ella no podía perder la compostura. Debía fingir calma.

—¿Luna está bajo su control?

—Ella es mi nuera. No te preocupes. No la maltrataré.

—Porque los Ruiz cargaron con la culpa por usted, ¿cierto?

Al oír esto, la sonrisa de Mario se desvaneció. Celia continuó, manteniendo la serenidad.

—Pidió que su hijo se casara con Luna para que sus padres cargaran con el delito, ¿cierto? Pero los Ruiz no se preocupan tanto por su hija. Incluso si la controla, ellos no aceptarán su destino fácilmente.

Parecía que ella lo había acertado, porque la expresión de Mario se volvió más sombría.

—Eres inteligente. Con razón lograste escapar de aquel secuestro. Pero... —Jugó con el reloj en su muñeca, haciendo una pausa antes de continuar—. Ser demasiado inteligente no siempre es una ventaja.

Celia lo miró directamente.

—Igual, usted no piensa dejarme ir con facilidad. Entre nosotros solo una persona saldrá ganando con vida.

Mario la observó durante un buen rato, hasta que la señora Aurora abrió la puerta y entró. La siniestra expresión de Mario se disipó al instante. Se levantó lentamente, mientras decía:

—Entonces, doctora Sánchez, la visitaré de nuevo.

Dicho esto, salió sin prisa. Aurora, al volver a su puesto, notó la palidez de Celia.

—Celia, ¿te sientes mal? —Se preocupó.

Ella volvió en sí bruscamente.

—No... es solo que no desayuné. Tengo hambre.

—Hay que desayunar a tiempo, para evitar problemas de estómago.

—Sí, claro…

—¿Y tú me delatarías? —preguntó César sin inmutarse.

Nicolás guardó silencio.

—Si yo muriera, tal vez tendrías una oportunidad.

—La verdad, desearía que estuvieras muerto. —Nicolás lo miró—. Pero obtenerla de esta manera no se diferenciaría de aprovecharme de su dolor.

Mientras hablaba, tomó asiento en una silla.

—Si la hubiera encontrado antes, tendría el derecho de competir por ella.

Él y Celia estuvieron separados durante muchos años. Y en esos años, lo que hubiera ocurrido entre Celia y César, sin importar que fuera amor, odio o resentimiento, era, en cualquier aspecto, más profundo que lo que él, un "extraño", podría ofrecerle a ella. Incluso, si él esperaba que ella olvidara a César.

César apretó los labios, guardando silencio por un largo rato.

—Mi plan original en el crucero no solo incluía fingir mi muerte. Lo que pensé era que... si perdía la apuesta, moriría. Para entonces, al menos tú estarías a su lado.

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