Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 248

Después de decir eso, Arturo se fue directo a su habitación.

Tomás miró la puerta cerrada y suspiró.

—No me entra en la cabeza… Esos dos, madre e hijo, se tratan como si fueran enemigos.

Esa vez, la enfermedad de Hortensia la atacó de manera repentina.

Los tratamientos en el extranjero solo le daban alivio momentáneo, pero no solucionaban el problema de fondo.

Por eso, Octavio regresó; en parte para calmar a ese grupo de viejos en la empresa, y en parte para llevar a Tomás a ver a su madre y ver si podía ayudarla con algún tratamiento alternativo.

Octavio negó con la cabeza.

—Mamá presionó demasiado a Arturo en aquellos años… Hay cosas que ni yo entiendo.

Recordaba bien la mirada de Hortensia hacia Arturo: no era de madre, sino de alguien que odiaba a muerte.

Eso fue poco después de que su papá falleciera.

Al principio pensaba que su mamá solo proyectaba su dolor en Arturo, pero con el tiempo empezó a sospechar que había algo más, un secreto del que nadie hablaba.

Desde que Arturo fue secuestrado y volvió, la relación entre ambos se volvió insostenible.

En todos estos años, las veces que habían compartido mesa se podían contar con los dedos de una mano.

Carolina, que hasta ese momento se había encogido por la tensión en el ambiente, al ver a los tres adultos tan serios y preocupados, por fin se animó a preguntar en voz baja:

—Entonces, ¿mañana sí puedo ir a casa de la señora bonita a quedarme?

Por lo que había entendido, su tío había dado permiso.

Ofelia le acarició la cabecita redonda, con un cariño que derretía.

—Claro, mi amor, tu tío ha tenido una vida muy dura, y ahora tu felicidad es lo que puede alegrarle el corazón.

El señor Tomás se sumó al ánimo:

—Exacto, Joana probablemente sea tu futura tía, así que este acercamiento depende de ti.

Carolina sintió, de repente, que la responsabilidad le caía encima como una tonelada.

Levantó la mano y se cuadró, imitando un saludo militar.

—¡Prometo cumplir la misión!

Los tres adultos soltaron una carcajada, y por un instante, la pesadez se disipó.

…

En su cuarto, Arturo escuchaba el reporte de Ezequiel sobre el trabajo del día.

Al final, Ezequiel hizo hincapié en un asunto importante.

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