Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 249

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Joana tomó de la mano a Carolina con dulzura y la llevó a desayunar.

Después de terminar el desayuno, aprovechó el camino a la oficina para dejar a Carolina en la escuela.

—¡Adiós, señora bonita! ¡Nos vemos en la noche!

Joana le sonrió con ternura.

—Nos vemos en la noche.

Carolina, con sus piernitas cortas, saltó animada mientras le agitaba la mano a Joana.

Esa escena llamó la atención de varios niños en la entrada.

Incluso Lisandro y Dafne, que acababan de bajar del carro escolar, lo notaron.

Lisandro, siempre atento, vio a Joana y se llenó de alegría.

—¡Esa es mamá!

Quiso correr hacia ella, pero una mano lo detuvo con fuerza desde atrás.

—¡Hermano, tú no puedes ir!

Sin entender, Lisandro se volteó y vio que Dafne lo sujetaba sin soltarlo.

—¿Qué pasa?

—¡Hermano, deberías tener un poco de dignidad! Mamá nunca vino a dejarnos a la escuela, pero ahora sí viene a dejar a otra niña. ¡Ni siquiera nos ve como sus hijos!

—No deberías hablar así de mamá —replicó Lisandro, incómodo.

Aunque en el fondo sentía que su hermana tenía algo de razón, sus palabras sonaban demasiado duras.

Dafne no estaba actuando como una señorita. Debía frenarla.

—¡Pues yo ya no quiero a mamá! —soltó Dafne, mirando con rabia las piernitas que corrían hacia la puerta de la escuela, y fue tras Carolina con paso decidido.

Aquel día en el departamento, cuando Joana se fue, Fabián los obligó a quedarse bajo el sol, castigados. Los hizo arrodillarse.

Y mamá, ni una sola vez volteó a verlos.

Si de verdad los quisiera, ¿cómo habría podido dejarlos así?

Mientras le daba vueltas a esos pensamientos, Dafne empujó sin miramientos a Carolina, que estaba parada en puntitas tratando de activar el sensor de la entrada.

Carolina pensó que era un accidente.

Pero al voltear, se topó con la mirada llena de rencor de Dafne.

Ah, claro, era la hija ingrata de la señora bonita.

Carolina, rápida como una chispa, no se dejó y de un sentón empujó a Dafne, sacándola de su camino.

Dafne no se esperaba que esa niña, medio cuerpo más baja que ella, tuviera tanta fuerza.