—No te preocupes, Joana, él dijo que no pasaría nada —Jimena soltó un suspiro de alivio—. Acabo de mandarle cincuenta fotos.
Joana frunció el ceño.
—Jimena, no seas tonta.
Pensó que Jimena volvía a dejarse llevar por sus sentimientos. Pero al escuchar la risa traviesa de su amiga, se dio cuenta de que algo tramaba.
—Son mis fotos favoritas, Joana, las de mi colección privada. ¡Jamás dejaría que cualquiera las viera! Joana, también te las mandé a ti, míralas ya.
El celular de Joana vibró con una notificación.
Joana, intrigada, abrió la conversación entre las dos.
En efecto, eran puras fotos de Jimena durante su adolescencia.
Comparadas con aquellas fotos forzadas y editadas de Tatiana, la belleza natural de Jimena saltaba a la vista: nada de cirugías, pura frescura y encanto.
El nudo que traía Joana en la garganta se desvaneció al verlas. Sonrió y le echó flores:
—Con razón siempre sobresales.
...
Hernán, después de recibir la aprobación de Jimena, no perdió tiempo y le reenvió las fotos a Tatiana.
—Tatiana, ya conseguí las fotos, revísalas a ver si alguna te sirve y así frenamos ese maldito chisme de una vez.
Tatiana, al ver la bandeja llena de fotos de Jimena joven y radiante, sintió que se le partían los dientes de la rabia.
Con la voz temblorosa, al borde del llanto, se quejó:
—Hernán, si no quieres ayudarme, mejor dime de una vez. ¡Que me linchen todos, ni modo, mañana mismo me retiro!
Y colgó de golpe.
Hernán se quedó pasmado cuando vio bien las fotos que había reenviado.
Aunque... tenía que admitirlo, Jimena a los diecisiete era de una belleza que desarmaba a cualquiera.
Nada que ver con esa etapa incómoda que Tatiana había intentado aclarar de sí misma.
Por otro lado, Tatiana, furiosa, estrelló su celular contra la cama.
Jamás pensó que Joana le fuera a mandar, de vuelta, su propio video de la cirugía estética de cuando estaba en la prepa.
¡Esa desgraciada lo hizo a propósito!
El tema de las cirugías siempre había sido su punto débil.
Ella juraba que solo eran unos “arreglitos”, un retoque para recuperar su belleza natural. ¡Nada tan grave como decían en internet!
La rabia le desfiguró la cara.

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