Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 269

La chica soltó una carcajada burlona:

—¿Entonces qué tal si me das el implante de tu nariz?

Tatiana, con el rostro desencajado por el miedo, negó con fuerza.

—¡Por favor, te lo ruego! ¿No puedes pedirme otra cosa? Ese implante me costó un dineral y si me lo quito, ya no voy a tener para volver a operarme...

...

Ese video no era largo, pero a diferencia del primero, que se basaba en supuestas pruebas “objetivas”, esta vez era la propia Tatiana quien admitía su cirugía estética. El impacto fue mucho mayor.

El estudio estaba hecho un desastre.

Tatiana, fuera de sí por la rabia, gritó como si hubiera perdido el juicio.

—¡Voy a matarla! ¡A esa desgraciada la voy a destruir!

Solo Joana podía tener tantos videos que la perjudicaban de esa manera.

Aquella tonta, por intentar defenderla hace años, se había guardado un montón de pruebas que ahora jugaban en su contra.

Tatiana siempre había sabido que esa mujer, con su aire de sabelotodo, algún día terminaría por arruinarle la vida.

Intentó serenarse, respirando hondo para no perder el control.

Ni siquiera Fabián era confiable ya.

Si en verdad le importara, lo primero que habría hecho sería bajar el video de todas partes.

Pero no, prefirió buscar al supuesto autor original para pedirle aclaraciones.

—¿Así quieres jugar, Joana? —murmuró Tatiana con los ojos encendidos de rencor—. ¡Pues prepárate, porque yo tampoco me voy a detener!

Dejó que el teléfono sonara hasta hartarse, sin molestarse en contestar.

...

Fabián no lograba comunicarse con ella.

El enojo le hervía por dentro.

Tatiana sí se había operado. Y los videos sí eran de ella.

—Señor Fabián, esos videos se están distribuyendo por canales privados, y la información del autor original está protegida —informó la secretaria, entrando con prisa.

Fabián miró con fastidio el celular, la llamada se había cortado otra vez porque nadie contestó.

—Déjalo así, ignora el asunto —ordenó con un tono seco.

Tatiana tenía razón en una cosa: la mayoría solo seguía la corriente, no era que le tuvieran tanto odio.

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