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Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 279

El rostro de Joana, siempre tan radiante y sereno, aquella noche reflejaba un matiz de tristeza poco común.

—Hasta llegué a preocuparme por tu pierna —dijo, bajando la voz—. Saqué tiempo para ir a la iglesia y pedirte una estampita bendita. Pero pensándolo bien, no tiene caso dártela.

Se encogió de hombros, la mirada dura.

—Después de todo, las cosas que tocan las malas personas solo traen mala suerte.

—No es como piensas —Lorenzo intentó explicar, pero las palabras se le atoraban en la garganta—. ¿Dónde está la estampita?

Tatiana apretó con fuerza el brazo de Lorenzo.

¡Este tonto!

¡Se suponía que venía a ayudarme, no a hundirse conmigo!

Joana ni siquiera se dignó a mirarlo.

Gente así, pura boca y nada más.

Lorenzo miró a Tatiana, que tenía la cara empapada en lágrimas. Al final, tragó sus palabras y se quedó callado.

—Señorita Joana, ya es muy tarde. Como eres mi invitada, pase lo que pase, no te enojes más. Arriba, en la suite, ya te aparté una habitación. Puedes ir a descansar cuando quieras.

Lorenzo dejó la tarjeta del cuarto sobre la mesa.

Agarró a Tatiana, aún sollozando, y se la llevó con él.

Joana, con una media sonrisa, fijó la mirada en la tarjeta.

Lobo cuidando gallinas, pensó.

...

—Tatiana, después de todo lo que te hizo, no hacía falta que le reservaras una habitación —dijo Lorenzo, frunciendo el ceño.

Tatiana suspiró, resignada:

—Lorenzo, Joana me tiene mucho coraje. Si se entera que yo le pagué la habitación, ni de chiste la acepta.

Se le escapó una risita amarga. Lo único que tenía que hacer era esperar a que Joana entrara a esa suite. Una vez adentro, ya no saldría igual.

O se destrozaba su cuerpo, o su reputación quedaba por los suelos.

Todo lo que había hecho esa noche era para ese instante.

Fabián la había hecho esperar demasiado todos esos años.

Había dado todo por él, y al final, acabó siendo la “otra”, mientras la esposa operada se quedaba con los restos.

Si Fabián ya empezaba a fijarse en esa mujer...

Tatiana no podía esperar a ver la cara de Fabián cuando viera a su “querida esposa” revolcándose con cualquiera.

Lorenzo notó la cara seria de Tatiana. No quiso insistir; si no quería hablar, mejor dejarlo así.

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