Si la situación económica en casa no mejoraba y encima se llenaban de deudas, las consecuencias serían impensables...
Joana abrió una página en la red oscura que llevaba meses sin visitar.
Después de transferir el dinero, descubrió que detrás de todo este embrollo estaba la familia Fajardo.
Lorenzo, el hijo ilegítimo de los Fajardo, apenas hacía poco había sido reconocido oficialmente como parte de la familia.
Entre las condiciones para regresar a su clan, una de las más importantes era limpiar el desastre que Tatiana había provocado.
Joana echó un vistazo al último mensaje que Lorenzo le había mandado.
[Lorenzo]: ¿Estás bien?
En ese momento, su IP indicaba que estaba en Egipto.
Ayudaba a Tatiana a abrirse camino, mientras fingía preocuparse por ella.
Había que admitirlo, este señor Lorenzo sí que se esforzaba por mantener las apariencias.
Joana no tenía ganas de responderle. Ignoró su mensaje y lo eliminó del chat.
...
A la mañana siguiente, llegaron agentes de la policía.
—Señorita Joana, gracias por su colaboración. La información que nos proporcionó seguirá bajo investigación —dijo uno de los policías, un hombre mayor acompañado de un joven que se encargaba de tomar nota.
Aunque el chofer del camión al final se había entregado, todavía quedaban muchas dudas por aclarar.
—Yo revisé los frenos antes de salir, y en serio no tenían ningún problema —Joana, preocupada de que pasaran algún detalle por alto, repitió el dato.
Desde el accidente de sus papás, ella siempre había conducido con extremo cuidado. Sólo una vez había bajado la guardia: justo cuando Fabián subió al carro con ella. Y ocurrió esta tragedia.
—Oficial Vega, creo que aquí hay algo raro. Mis papás también tuvieron un accidente casi en este mismo tramo de la carretera —sentenció Joana, con una firmeza que no dejaba dudas.
La noche anterior, había vuelto a repasar lo ocurrido con sus padres. Según los reportes, el accidente se debió a frenos desgastados. Pero ahora, tantos años después, el mismo método. ¿Quién quería acabar con su familia?
El oficial Vega, el de más edad, se puso serio ante sus palabras.
—Señorita Joana, por favor díganos con detalle todo lo que recuerde.
Para sorpresa de Joana, ambos agentes escucharon con atención. No desestimaron sus sospechas solo porque fueran suposiciones sobre el accidente de sus padres.


VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Cuando el Anillo Cayó al Polvo