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Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 42

—Oye, esa mujer se ve como una famosa, ¿no será una actriz?

—¿Tú crees? Nah, Hernán ya dijo que él se encarga de todo. Mientras no se nos pase la mano, podemos hacer lo que queramos.

—¡Eso, eso! Nunca he estado con una actriz. —Soltó una carcajada vulgar—. Imagínate, en la tele se ven todas perfectas y aquí, a escondidas, va a estar a mi merced. Nomás de pensarlo me pongo loco.

—Ya casi llegan al 303, vámonos.

Las voces asquerosas de los dos tipos se alejaron poco a poco, perdiéndose entre el eco de los pasillos.

Joana se apoyó en la baranda de la escalera, sintiendo cómo el sudor frío le recorría la espalda. Siempre había escuchado que el mundo del espectáculo era un pantano, pero jamás imaginó que podía volverse tan bajo y repugnante.

Pero… ahora ella también estaba atrapada en ese lodo. Su propia situación era tan precaria que no tenía fuerzas ni para salvarse a sí misma, mucho menos para ayudar a alguien más.

Joana respiró hondo, tratando de borrar de su mente lo que acababa de escuchar. No quería meterse en problemas ajenos.

Echó un vistazo rápido al mapa de habitaciones en la pared. El 303 estaba en la esquina del tercer piso, un rincón que casi nadie cruzaba. Su reunión con la marca sería en el 310, justo en el extremo opuesto.

Subió las escaleras con el ceño fruncido y, desde lejos, miró hacia la puerta cerrada del 303.

Fue entonces cuando vio a una mujer alta y esbelta, parada frente a la puerta. Llevaba cubrebocas, pero sus ojos llamaban la atención, tan exóticos y expresivos, y su altura la hacía imposible de confundir. Era Jimena Rubio, la protagonista de la serie de misterio más popular del momento.

Joana la había conocido solo una vez.

Un año atrás, casi al amanecer, recibió un mensaje del mejor amigo de Fabián, Hernán Arroyo, pidiéndole que fuera por Fabián al bar.

Cuando llegó, lo primero que vio fue a Fabián abrazando a Tatiana en un rincón, susurrándole con una ternura que la destrozó por dentro.

Joana estuvo a punto de perder la cabeza. Agarró un vaso con la intención de aventárselo encima. Pero antes de que pudiera moverse, alguien le vació una copa de vino helado en la cabeza.

Hernán apareció con la copa vacía en la mano, burlándose:

—¿Ya viste bien? Lo que no es tuyo, por más que lo quieras, nunca será para ti.

Solo entonces Joana entendió que no había ningún Fabián borracho. Todo había sido una broma cruel de Hernán.

Ella se rio.

—¿De qué te ríes? —reviró Hernán, visiblemente molesto.

Capítulo 42 1

Capítulo 42 2

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