Joana no tenía ni idea de que su hija había estado enferma.
Ese domingo, sin embargo, se acordó de llamarles por videollamada a sus dos hijos.
Después de todo, seguía siendo su madre. Aunque no sintiera mucho afecto por ellos, la responsabilidad y el deber seguían ahí.
Cuando llamó, Dafne y Lisandro estaban acompañando a Tatiana a probarse vestidos de fiesta.
En un par de días, el señor Aníbal saldría del hospital.
Normalmente, después de que Aníbal saliera, Fabián ya no tendría motivos para quedarse en Ciudad Beltramo y regresaría a Mar Azul Urbano para seguir expandiendo los negocios familiares.
Pero solo pensar en volver a Mar Azul Urbano ponía a Dafne y a Lisandro de un humor raro.
No querían ver a su mamá tan pronto.
Y mucho menos separarse de la señorita Tatiana.
Al ver a los dos niños tan apagados, Tatiana sonrió y les despeinó el cabello con cariño.
—A ver, déjenme adivinar… ¿Por qué andan tan cabizbajos nuestro pequeño príncipe y nuestra princesita...?
Hizo una pausa, fingiendo misterio.
—¿No será que están tristes porque ya toca regresar a Mar Azul Urbano? Yo pensaba que les iba a dar gusto ver a su mamá.
A Dafne se le llenaron los ojos de lágrimas.
Haciendo puchero, murmuró:
—¿Y qué tiene de bueno ver a mamá? ¡No quiero separarme de la señorita Tatiana!
Lisandro también asintió.
Aunque extrañaba un poco a su mamá, lo que más le pesaba era dejar a Tatiana.
—Bueno, entonces la señorita Tatiana tiene una noticia para ustedes...
Tatiana hizo una pausa solo para aumentar el suspenso, luego sonrió con picardía.
—¡Resulta que la señorita Tatiana tiene trabajo en Mar Azul Urbano! Así que voy a quedarme allá mucho tiempo… ¡Esta vez me voy con ustedes!
—¿De verdad?
Dafne pegó un grito de alegría.
Si la señorita Tatiana iba con ellos, podría verla todos los días.
Justo en ese momento, entró la llamada de Joana.
El celular empezó a sonar y sonar, pero Dafne dejó que timbrara un rato largo antes de colgar.
Joana marcó varias veces más, hasta que Dafne, ya fastidiada, decidió agregarla a la lista de bloqueados.
Tatiana la miró divertida, le dio un toquecito cariñoso en la cabeza y no la regañó.
—Dafne, ¿por qué no contestaste la llamada de tu mamá?
—Porque ella no me llamó cuando estaba enferma, y por su culpa me puse mal. Mamá es muy mala, no quiero hablar con ella —rezongó Dafne, inflando las mejillas.
—Señora, el señorito y la niña están bien. La señorita Tatiana los está cuidando muy bien, ahora mismo la están ayudando a probarse ropa.
Al escuchar el nombre de Tatiana, a Joana le dolió el pecho.
Esos eran los hijos que había traído al mundo poniendo en riesgo su vida, y ahora dependían de otra mujer.
—Mientras estén bien, todo está bien —contestó Joana, sin mencionar que la habían bloqueado.
Conocía el carácter de sus hijos.
Siempre los habían consentido mucho, y no era raro que se pusieran así de rebeldes.
Antes, quizá habría insistido en seguir llamando hasta que le respondieran.
Pero ahora…
De repente, ya no le importaba tanto.
Saber que los niños estaban bien le bastaba para tranquilizarse.
Y si la llevaban o no en el corazón, eso ya escapaba de su control.
...
Dos días después, el señor Aníbal se recuperó.
Fabián no tardó en decidir que era hora de volver a Mar Azul Urbano y seguir haciendo crecer el Grupo Rivas.
Antes de irse, Dafne y Lisandro se despidieron de sus amigos de la escuela.

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