Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1092

La mano de Gaspar, que sostenía un vaso, se tensó. Al escuchar la risa suave y constante que provenía de la terraza, se ajustó la ropa y salió al patio.

En ese momento, Pilar estaba concentrada jugando con sus juguetes nuevos. Adriana, al ver la figura de su hermano, también se levantó y lo siguió al patio. Lo encontró sentado en una banca del jardín y se sentó a su lado.

—Hermano, escuché que Micaela… está saliendo con alguien —dijo Adriana, observando la reacción de su hermano.

Gaspar entrecerró los ojos.

—Mm.

—Hermano, ¿y si… y si intentas recuperarla? —sugirió Adriana, animándolo con cautela.

Gaspar, con la mirada perdida en el atardecer, respondió con una calma sorprendente:

—Con que ella esté bien, es suficiente.

—Hermano, entonces dime la verdad, ¿todavía amas a Micaela? —insistió Adriana de repente.

Gaspar guardó silencio por un largo rato, tanto que Adriana pensó que no le respondería y se disponía a levantarse.

El resplandor del atardecer bañaba su cabello canoso con un tono dorado pálido. Finalmente, habló con lentitud.

—Alguien que ni siquiera sabe cómo amar, ¿qué derecho tiene a hablar de amor?

El corazón de Adriana se encogió.

—Hermano, sé que amas a Micaela. Podrías explicarle todos los malentendidos del pasado, tal vez ella te entienda… Sé que nunca la traicionaste.

Gaspar se frotó los ojos, su voz sonaba ronca.

—Adriana, no hablemos más de eso.

La nariz de Adriana comenzó a picarle.

De repente, comprendió que detrás del cabello blanco de su hermano no solo se escondía el dolor de haber perdido a Micaela, sino también su arrepentimiento.

En ese momento, la luz brillante de la terraza iluminaba la figura de Micaela mientras hablaba por teléfono. Incluso a través del cristal, se podía ver la sonrisa amable en su rostro. Estaba sentada en una silla tallada junto al ventanal, con la barbilla apoyada en la mano, y se notaba que estaba relajada y feliz.