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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1100

Mañana era fin de semana. Por la noche, Pilar, acurrucada en los brazos de su mamá, esperaba con ansias la excursión a la montaña del día siguiente. Micaela, a la luz que se filtraba por la ventana, observaba su carita tierna y no pudo evitar inclinarse para besarla.

Sintiendo el amor de su madre, Pilar la abrazó por el cuello y se acurrucó en su regazo como una gatita, tomando el rostro de Micaela para besarlo.

—¡Mamá, te amo tanto! Eres mi persona favorita en el mundo.

Micaela sonrió y le acarició la cabeza.

—Tú también eres mi persona favorita, mi amor.

Poco después, la niña se durmió, pero Micaela no podía conciliar el sueño. Se levantó y fue al balcón del dormitorio principal, donde permaneció un rato a solas. La brisa nocturna la acarició mientras susurraba al cielo oscuro:

—Por favor, regresa sano y salvo.

...

En ese momento, en una villa al otro lado de la ciudad, Samanta sostenía una tableta y veía la entrevista de un hombre de unos sesenta años. Se trataba de un magnate de la tecnología, dueño de una compañía de renombre mundial. Aunque ya pasaba de los sesenta, se veía enérgico y con un espíritu notable.

Samanta reproducía el video de la entrevista una y otra vez, con una luz calculadora en los ojos. Aquel magnate, Leandro, no solo poseía una fortuna de miles de millones, sino que, más importante aún, competía con el Grupo Ruiz en varios sectores.

Eso convertía a Leandro y a Gaspar en enemigos. Si lograba convertirse en la mujer de Leandro, ¡Gaspar podía irse despidiendo de su contrato!

La vida era muy larga y no podía permitir que Gaspar la tuviera en la palma de su mano. Además, él ya no tenía más recursos que ofrecerle, así que debía buscar un nuevo protector.

Sentada a su lado, Noelia comentó:

—Estuve averiguando la agenda de Leandro. El próximo miércoles vendrá a Ciudad Arbórea para una cumbre tecnológica. Creo que esta es tu oportunidad.

Samanta dibujó una sonrisa con sus labios rojos.

—Entonces, busca la manera de conseguirme una invitación.

—Pero, Samanta, la reputación de este Leandro nunca ha sido muy buena. ¿Estás segura de que quieres relacionarte con alguien así? —dijo Noelia con algo de preocupación.

—Si no fuera de esa calaña, tal vez no tendría ninguna oportunidad —respondió Samanta, jugando con un mechón de su cabello.

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