Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1112

—De acuerdo, entonces cuelgo —dijo Jacobo, terminando la llamada.

Poco después, entró otra llamada. Era Lionel.

—Director Gaspar, ¡felicidades! Cuánto tiempo sin vernos, y ya con un nuevo estatus.

El tono de Lionel era un tanto burlón, pero también curioso.

—La última vez que te vi, tu cabello solo estaba un poco canoso, ¿cómo es que ahora está todo blanco?

—Si te gusta el color, ve a teñírtelo —bromeó Gaspar, que estaba de buen humor.

—¡Ja, ja! Si tuviera diez años menos, quizás hasta me lo pensaría —rio Lionel, y luego, más serio, añadió—: Mi boda es el cinco de mayo, no te olvides de venir.

Gaspar, por supuesto, había recibido la invitación. Había estado tan ocupado que la última vez que hablaron, la conversación fue breve.

—Claro, felicidades. Me aseguraré de tener tiempo para celebrar contigo.

Lionel dudó un momento al otro lado de la línea.

—Gaspar, hay otra cosa. El día de mi boda, ¿podrías… invitar a Micaela a que venga contigo?

Gaspar se quedó perplejo por un instante y suspiró.

—No estoy seguro de que tenga tiempo.

—Le dije algunas cosas muy estúpidas —confesó Lionel con un tono de culpa y arrepentimiento—. Debería buscar un momento para disculparme en persona. Fui un completo idiota.

Gaspar se acercó al ventanal y miró la oscura noche.

—¿Qué le dijiste?

—Fue en el cumpleaños de Viviana —dijo Lionel, frustrado consigo mismo—. Fui tan estúpido que pensé que estaba usando a Jacobo para vengarse de ti. Le dije que no lo utilizara como una herramienta. ¡Qué imbécil fui!

Gaspar recordó aquella noche. Lionel había pasado todo el tiempo con Samanta.

—Lionel, si quieres disculparte, deberías buscar la oportunidad de decírselo en persona —le aconsejó Gaspar.

—Tienes razón, buscaré la ocasión para disculparme con ella —dijo Lionel con sinceridad.

—Está bien, no hace falta que la invites tú, lo haré yo mismo —añadió Lionel. Hizo una pausa y continuó—: A decir verdad, también espero que ustedes… tengan la oportunidad de empezar de nuevo.

Una sonrisa amarga apareció en los labios de Gaspar.

—Respetaré su decisión.