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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1164

Micaela miró la hora en su reloj y le dijo al hombre sentado en el sofá:

—Ya puedes irte a descansar.

Gaspar se levantó y preguntó:

—¿Puedo llevarme a Pepa abajo?

Antes de que Micaela pudiera responder, Pilar se adelantó.

—¡Papá, tienes que cuidar a Pepa!

—Claro que sí —rio Gaspar en voz baja. Miró a Pepa, y la perra entendió la señal y lo siguió hacia la puerta.

Después de acostar a su hija, Micaela regresó al estudio para organizar los documentos del día. No podía evitar pensar en la imagen de Belén mirando a los pájaros en el cielo. Seguramente, anhelaba volver a volar, a retomar su carrera.

Micaela sintió un peso en el corazón; la responsabilidad sobre sus hombros parecía haber aumentado.

***

A la mañana siguiente, Gaspar llevó a su hija a la escuela. Poco después, Micaela se dirigió al laboratorio. La primavera estaba llegando a su fin y salió con ropa ligera. De camino al laboratorio, notó los dos carros de los guardaespaldas que la seguían.

Al llegar al estacionamiento del laboratorio, Micaela se bajó del carro pero, en lugar de ir directamente a la entrada, se acercó a uno de los vehículos de los guardaespaldas.

El hombre que estaba dentro bajó de inmediato y la saludó con cortesía.

—Señorita Arias, ¿necesita algo?

—Hola, ¿podría preguntarles por Anselmo? ¿Saben cómo está? —Micaela solo tenía una pequeña esperanza de obtener alguna noticia sobre él, ya que era muy probable que fueran sus hombres.

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