Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1183

Adriana se mordió el labio.

—Micaela, te puedo asegurar que entre mi hermano y Samanta nunca hubo nada. Si él la toleró a su lado durante todos esos años, fue únicamente por la enfermedad de mi mamá.

Micaela suspiró suavemente.

—Ha pasado tanto tiempo, no hace falta volver a hablar de eso.

—No, no ha pasado —insistió Adriana, mirándola con firmeza—. Mi hermano solo te ha querido a ti. He visto que no lo ha pasado bien desde el divorcio. A veces se encierra solo en el estudio. Una vez incluso lo vi mirando tus registros de cuidados médicos…

Micaela frunció el ceño. Al pensar en esos registros de aquel año, sintió el deseo de recuperarlos para deshacerse de ellos.

Adriana no se dio cuenta de que Micaela se había quedado pensativa y continuó por su cuenta:

—Micaela, sé que no tengo derecho a decir esto, pero mi hermano sabe que se equivocó y está intentando cambiar…

—Adriana —la interrumpió Micaela en voz baja—, sé que está cambiando, pero hay cosas que ya no tienen vuelta atrás.

Fue entonces cuando Adriana recordó que Micaela ya tenía a alguien que le gustaba, y que esa persona no era inferior a su hermano, incluso parecía más alegre y atractivo. Pensó en el rostro siempre serio de su hermano; por muy guapo que fuera, su presencia era intimidante. Si fuera ella, también elegiría al chico guapo y sonriente.

Adriana dejó de insistir. Solo quería que Micaela fuera feliz, y su papel ahora era ayudarla cuando lo necesitara.

Por ejemplo, cuidando a la niña.

A las nueve, Adriana se llevó a Pilar a dormir. Micaela siguió trabajando hasta la madrugada, e incluso tuvo una reunión con Jeremías para planificar el próximo experimento.

***

A la mañana siguiente.

Después de que llevaran a Pilar a la escuela, Micaela, con el brazo aún sin que le quitaran los puntos, tuvo que quedarse en casa para recuperarse. A las once de la mañana, sonó el timbre.

—Señora, ¿espera a alguien? —preguntó Sofía con curiosidad.

Micaela negó con la cabeza.

—No.

Sofía, intrigada, miró el videoportero y exclamó con alegría: