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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1184

—Señor Gaspar, se me acabó una cosa para la cena, voy rapidito al súper a comprarla. ¡Me le echa un ojo a la señora, por favor! —dijo Sofía, y tras dejar sobre un mueble lo que traía en las manos, se dirigió muy discretamente hacia la entrada y salió de la casa.

Micaela frunció el ceño. Era obvio que Sofía estaba buscando una excusa para dejarlos solos. Se sintió incómoda de repente y cerró la laptop.

Gaspar se sentó en el sofá de enfrente, con la mirada todavía fija en el brazo vendado de ella.

—¿Todavía te duele la herida?

—Ya no —respondió Micaela, bajando la vista.

—La junta fue todo un éxito, aprendí bastante —dijo Gaspar sin dejar de mirarla—. Así que no te preocupes por las futuras inversiones.

Micaela desvió la cara para mirar por la ventana y respondió con un murmullo.

—Entendido.

Gaspar bajó la mirada; su voz sonó grave y firme.

—Sé que ya no tengo ningún derecho a darte explicaciones, pero hay algunas cosas que necesito decirte.

Micaela se giró para verlo, sin saber qué podría querer explicarle, pero decidió escuchar con paciencia.

—En aquel entonces, no quería que conocieras a Samanta Guzmán porque yo ya había visto su lado más retorcido. Era capaz de hacer cualquier cosa con tal de salirse con la suya. En ese entonces eras demasiado inocente y yo tenía miedo… miedo de que te hiciera daño.

Micaela lo escuchó en silencio, pero no pudo evitar soltar una risa amarga.

—O sea que preferiste verme la cara de estúpida.

Un profundo dolor cruzó por la mirada de Gaspar.

—Perdóname. Creí que podría encargarme de todo, pero al final te causé el peor de los daños.

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