Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1188

De repente, Samanta se sintió aburrida. Leandro no estaba de humor para pasar tiempo con ella, pero le había dado una tarjeta de crédito para que se distrajera de compras. No le dijo cuál era el límite, pero tampoco podía desperdiciarla.

Samanta contactó a Noelia para que pasara a recogerla en la camioneta, y juntas se dirigieron al centro comercial más exclusivo de la ciudad.

En el camino, Noelia ya le había confirmado que la bolsa de edición limitada que Samanta quería ya estaba a la venta.

Una luz de determinación brilló en los ojos de Samanta. Al bajar del carro, las dos se dirigieron directamente a la tienda de lujo.

Samanta entró en la tienda con sus tacones altos y, de inmediato, vio la bolsa exhibida en el lugar más prominente. Sus ojos se iluminaron, pero justo en ese momento, escuchó pasos detrás de ella. Se giró al instante; después de todo, no era la única que venía por esa bolsa.

Cuando Samanta vio a la persona que estaba detrás de ella, una expresión de sorpresa cruzó su rostro, pero rápidamente la reemplazó con su sonrisa característica.

—Cuánto tiempo sin verte, Adriana.

Adriana Ruiz venía con una amiga. Esta amiga había tomado el té con Samanta alguna vez, pero no estaba al tanto de la mala relación que ahora tenía con Adriana, así que la saludó cortésmente.

—¡Señorita Samanta, qué gusto verla!

La mirada de Adriana se clavó directamente en la bolsa. Se dirigió a la empleada:

—Envuélvame esta bolsa, por favor. Es para un regalo.

—Claro que sí, señorita Adriana —respondió la empleada con entusiasmo.

—Un momento —intervino Samanta de inmediato—. Yo llegué primero a la tienda y la vi antes.

Adriana se giró para mirarla, entrecerrando los ojos.

—Pues qué pena, porque esta bolsa me la llevo yo.

La amiga, sorprendida al verlas pelear por la bolsa, tiró del brazo de Adriana.

—Adriana, ¿tú y la señorita Samanta…?

—Candela, luego te explico. —Adriana miró a su amiga y luego fijó su vista en Samanta—. Esta bolsa es para regalársela a Micaela, y no pienso cedértela.