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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 122

—Señor Gaspar, su esposa Micaela ya se integró a mi equipo de investigación, ella tiene derecho a estar informada —la voz de Ramiro sonó serena al otro lado de la línea.

Gaspar frenó en seco, su mirada se volvió más dura.

—Doctor Ramiro, invertí quinientos mil millones en su investigación, no para que mezcle sus relaciones personales y meta a cualquier desconocida a mi laboratorio.

—Señor Gaspar, su esposa está lejos de ser una desconocida, le pido que...

—¿Ah, sí? ¿Entonces parece que usted conoce mejor a mi esposa que yo? —Gaspar se rio con desdén.

—Señor Gaspar, si dedicara un poco de tiempo a conocer a su esposa, sin duda cambiaría su opinión sobre ella —replicó Ramiro, sin alterarse.

—No necesito que me explique cómo amar a mi esposa. Lo que quiero es que le niegue el ingreso al equipo de investigación —le espetó Gaspar, tajante.

—Eso, me temo, ya no depende de mí. Fue el doctor Leiva quien la invitó a integrarse al laboratorio —respondió Ramiro, con calma.

Gaspar entrecerró los ojos. Sabía perfectamente que su suegro Kevin y el doctor Leiva eran amigos de toda la vida. Así que Micaela solo había entrado al laboratorio porque Leiva se lo permitió en honor a su difunto suegro.

—Señor Gaspar, su esposa Micaela es una persona muy capaz, ella...

—Doctor Ramiro, dedíquese a su investigación y no se meta en la vida de las esposas ajenas. No vaya a ser que eso le arruine la reputación —aventó Gaspar, dejando la advertencia y colgó el teléfono sin darle tiempo de responder.

...

Micaela permaneció sentada en la sala de juntas, tardó varios minutos en recuperar la compostura.

La actitud de Gaspar le dejó claro que, en ese asunto, de nada servía lo que ella pidiera. Entre ellos ya no quedaba ni rastro de complicidad de pareja.

Cuando salió de la sala, Enzo se le acercó con cautela.

—¿Quiere esperar a que el señor Gaspar termine la reunión? —preguntó en voz baja.

—No hace falta —respondió Micaela, agarró su bolso y caminó directo al elevador.

—Podríamos hacer un estudio para ver si las células madre de tu mamá y Samanta son compatibles. Si no lo son, podrías convencer a Gaspar de cambiar de donante —propuso Ramiro, tratando de encontrar una salida.

Micaela asintió. Sabía que esa era la única manera de lograr que Gaspar diera marcha atrás.

—Ayer en la noche, Gaspar me llamó. Dijo que...

—¿Qué dijo? —interrumpió Micaela, arrugando la frente.

Ramiro soltó un suspiro.

—Cree que no tienes suficiente experiencia en investigación, pero yo estoy convencido de que tarde o temprano se dará cuenta del talento que tienes.

Micaela no pudo evitar una sonrisa amarga.

—¿Así que Gaspar quiere sacarme del laboratorio?

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