Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1249

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—Acabas de recuperarte de la fiebre, no puedes descuidarte —dijo Gaspar con un tono que no admitía discusión—. Le diré a Enzo que te lleve los medicamentos ahora mismo.

—De verdad, no es necesario… —intentó negarse Micaela. Ahora mismo, solo tenía cabeza para el trabajo.

—Micaela —la llamó Gaspar, con un tono de frustración y voz más grave—. ¿Quieres colapsar antes de la cirugía de Anselmo? Si quieres salvarlo, primero aprende a cuidarte a ti misma.

Micaela se quedó helada. Las palabras la golpearon, devolviéndola a la realidad.

—Está bien, gracias —cedió.

Parecía que, aparte de darle las gracias, Micaela ya no sabía qué más decirle.

—Ponte a trabajar —dijo Gaspar antes de colgar.

Micaela, con el celular en la mano, no le dio más vueltas al asunto. Se dio la vuelta y entró en el laboratorio. Durante las próximas setenta y dos horas, probablemente ni siquiera podría volver a casa.

***

A las doce del mediodía, la cafetería trajo la comida a la sala de descanso del laboratorio. Enzo también llegó con los medicamentos y le insistió en que se los tomara.

El equipo de Leónidas llegó poco después. En el laboratorio, las tareas se distribuyeron con claridad. Sin necesidad de muchas órdenes, ambos equipos se sumergieron en la investigación, superando un obstáculo tras otro.

Al atardecer, durante un breve respiro, Micaela miró su celular. Gaspar le había enviado un mensaje.

[No te preocupes por Pilar, yo la cuidaré. Concéntrate en tu trabajo.]

Micaela se quedó paralizada por unos segundos. Realmente no había tenido tiempo de pensar en qué hacer con su hija. Durante esas setenta y dos horas, cada segundo contaba y no podía permitirse distracciones.

Micaela respondió con dos palabras.

[Gracias.]

Y luego añadió otra frase.

[Te la encargo mucho.]

[Concéntrate en lo que tienes que hacer. Yo me encargo del resto.]

Micaela leyó el mensaje y sintió que podía entregarse a esa batalla a vida o muerte sin ninguna preocupación.