Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1256

¿Quería presentarse ante él con su mejor aspecto?

Una mezcla de autodesprecio y amargura se apoderó silenciosamente de su corazón.

—No te preocupes. Para él, no te ves mal de ninguna manera —resopló Gaspar.

Micaela se quedó helada, con la mano a medio peinar. Se mordió el labio y no dijo nada.

—¿Necesitas volver a casa a darte una ducha antes de ir a verlo? —preguntó de repente Gaspar.

Micaela negó con la cabeza.

—No es necesario.

Una sonrisa burlona volvió a asomar en los labios de Gaspar.

—¿Tanto te importa tu imagen frente a él?

Micaela se sorprendió un poco. Era cierto que quería verse mejor, pero era algo natural en cualquier mujer.

—Gracias por quedarte conmigo, ya puedes irte a descansar —le dijo, notando que él también tenía los ojos inyectados en sangre, como si llevara varias noches sin dormir.

—Puedo aguantar —respondió Gaspar, volviendo a sentarse.

—¿Has visto mi celular? —le preguntó Micaela.

Gaspar se lo entregó. Micaela lo tomó y miró la hora; había dormido más de cuatro horas.

En silencio, se levantó de la cama y se puso los zapatos. Era evidente que estaba ansiosa por ir a ver a Anselmo.

Gaspar frunció el ceño, pero no la detuvo. Solo le sujetó el brazo con la mano para evitar que perdiera el equilibrio y se cayera mientras se calzaba.

Una vez que se puso los zapatos, Micaela retiró suavemente su brazo.

—Gracias.

—Usa otra palabra —dijo Gaspar de repente, con un deje de enfado. No quería volver a oír un «gracias» tan formal de su parte.

Micaela lo miró desconcertada y, tragando saliva, dijo:

—Entonces… ¿fue una molestia?

El rostro de Gaspar mostró una fugaz expresión de frustración e impotencia. La miró fijamente durante unos segundos con ojos oscuros y finalmente soltó un bufido casi inaudible.

Micaela se sintió un poco incómoda bajo su mirada y desvió la vista instintivamente.