Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1257

Anselmo la miró con sinceridad.

—Estoy muy agradecido de que me hayan salvado, pero quiero que entiendas que tu seguridad y tu salud son igual de importantes para mí.

Micaela sabía que se refería a su desmayo por agotamiento. Levantó una ceja y sonrió.

—Me crees más frágil de lo que soy. Solo fueron tres noches sin dormir, soy joven, ¿qué me va a pasar?

Fuera de la habitación, Gaspar estaba apoyado en la pared del pasillo. A través del cristal, observaba a los dos conversando. No podía oír lo que decían, pero veía la sonrisa en el rostro de Micaela y la mirada tierna con la que Anselmo la contemplaba.

La respuesta era evidente.

Dentro de la habitación, la mirada de Anselmo se llenó de disculpa y culpa.

—Micaela, hay algo por lo que debo disculparme y que debo confesarte.

Micaela se sorprendió un poco y lo miró con atención.

—¿Qué pasa?

—Esta vez, la misión no era un simulacro militar, sino un rescate de mis compañeros en una zona peligrosa. No me atreví a decírtelo antes de irme, y eso estuvo mal de mi parte.

Micaela ya lo sabía. Desde que se enteró de que había vuelto en coma, supo lo peligrosa que había sido su misión.

—Lo sé, no tienes que disculparte —lo consoló ella.

Anselmo negó con la cabeza, como si hubiera tomado una decisión firme, y continuó:

—Después de pasar por esto, hay algunas cosas que debo dejar claras. Micaela, lo siento, pero me temo… que voy a tener que decepcionarte.

El rostro de Micaela mostró sorpresa. No esperaba que dijera algo así de repente.

Anselmo la miró y bajó la cabeza con culpabilidad.

—Después de todo lo que has hecho por mí, no debería decir algo tan hiriente, pero tampoco puedo ser egoísta y lastimarte. Mi futuro, mi profesión, están llenos de incertidumbre y peligro. Esta vez logré despertar, pero no puedo garantizar que la próxima vez… tenga la misma suerte.

Luego, la mirada de Anselmo se desvió hacia la figura apenas visible en el pasillo y dijo con sinceridad:

—Te mereces a alguien mejor, alguien que pueda estar a tu lado en todo momento, no alguien como yo, que ni siquiera puede cumplir una promesa.