En ese momento, un personaje de alto rango se acercó para estrechar la mano de Gaspar y platicar con él.
—Señor Gaspar, de verdad muchísimas gracias por el apoyo económico que nos brindó esta vez. En nombre de todos los miembros de nuestro grupo, quiero expresarle nuestro agradecimiento.
—No hay de qué, es lo menos que puedo hacer —respondió Gaspar con tranquilidad.
—Sobre todo, su decisión de otorgar un premio personal de treinta millones de pesos al desarrollador del virus esférico, nos parece algo muy acertado. Es, sin duda, un logro individual que merece ser premiado.
A un lado, Samanta se quedó boquiabierta. Jamás pensó que Gaspar hubiera establecido un bono personal de treinta millones para su hermana.
Cuando el directivo se alejó, Samanta se acercó y preguntó en voz baja:
—¿Vas a darle un premio personal a mi hermana?
Gaspar levantó una ceja y le contestó:
—Ella es integrante del laboratorio en el que mi empresa invierte; es lógico que yo reconozca su trabajo.
Samanta esbozó una sonrisa ligera.
—Eso sí que no me lo esperaba.
Treinta millones no era una cantidad exorbitante, pero el detalle de Gaspar hacia su familia valía más que el dinero.
...
En el jardín, Micaela buscaba relajar a su hija y, por eso, no regresó de inmediato a su lugar. Decidió que, después de la ceremonia, entraría al salón con Pilar en brazos para evitar que la pequeña se pusiera demasiado nerviosa.
Pilar brincó y corrió por el pasto durante varios minutos. Cuando Micaela escuchó que desde el salón venían voces de felicitación, abrazó a su hija y le susurró:
—Pilar, ya es hora de entrar. Prométeme que vas a quedarte quietecita un ratito, ¿sí? Mamá va a traerte el trofeo.
—¡Sí! —contestó Pilar, radiante de alegría.
Cuando Micaela volvió a ingresar al salón con su hija en brazos, solo llamó la atención de algunos invitados cercanos. Más de uno se sorprendió de verla asistir a la ceremonia acompañada de su niña, pero nadie expresó molestia.
Terminados los discursos de los directivos, subieron al escenario dos representantes más para dar unas palabras. Por fin llegó el momento de la premiación.
—A continuación, vamos a entregar el premio al Logro Individual en Investigación —anunció con entusiasmo el presentador desde el escenario.
Al lado de Gaspar, Samanta también estaba.
¡Vaya ironía!
Samanta no daba crédito a lo que veía. Observó a Micaela acercarse al escenario, confundida.
¿No se suponía que la ganadora era su hermana Lara?
¿Cómo era posible que fuera Micaela?
¿Acaso los organizadores se habían equivocado y confundido a Micaela con la autora principal del proyecto?
Gaspar también se quedó perplejo durante unos segundos; luego, con elegancia, se levantó y caminó hacia el escenario, luciendo seguro y con una media sonrisa en los labios.
Sobre el escenario, una mesera vestida de gala llevaba una charola con un trofeo dorado que brillaba bajo las luces.
Por dentro, Micaela sentía un torbellino de emociones, pero aun así se mantuvo firme en el escenario, mirando de frente al hombre alto que se acercaba. Ambos se sostuvieron la mirada, en silencio, a punto de cruzar palabras ante todos los presentes.

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